Patricia García / VdG, 12 de diciembre de 2015.
Unas botas de nieve forradas de borreguillo fueron suficientes para poner los dos pies dentro del Sketch, el restaurante de moda de Londres y uno de los más bonitos del mundo, con permiso del belga The Jane. Entrar en Sketch es algo parecido a entrar en El Gran Hotel Budapest de Wes Anderson. Cortinas de terciopelo, tapices y un comedor rosa, muy rosa, con butacas rosas en forma de tulipán. Salas de lectura que parecen bosques animados. Tapices y más tapices. Un espacio que se quedaron sin catar Cristina Pedroche y David Muñoz, tal y como denunció el chef en su cuenta de Twitter. Todo, por ir en zapatillas. Cosas del protocolo inglés.
Sketch ocupa un edificio del siglo XVIII en el número 9 de Conduit Street, en el barrio de Mayfair. Antes que restaurante, Sketch fue el atelier de Christian Dior en la capital británica. Llegar a él es fácil, solo hay que desviarse un poco de la turística Regent Street. Descendiendo por la fachada, un felino de piedra sin cabeza da la bienvenida. Dentro, Sketch se divide en cinco salones, entre ellosun estrella Michelin y The Gallery, un espacio que se renueva cada dos años y que está considerado el mejor decorado de Reino Unido y uno de los más bonitos del planeta. The Gallery fue diseñado por la arquitecta India Mahdavi. De las paredes rosas de este salón cuelgan 239 obras del ilustrador británico David Shrigley, y la comida se sirve en una vajilla de edición limitada que lleva el sello de Shrigley. Parte de la loza del Sketch está a la venta. Te la puedes llevar como souvenir a partir de cien euros.
Sketch es una mezcla de arte y diseño. El restaurador Mourad Mazouz y el chef Pierre Gagnaire lo abrieron en el 2002. En su cocina se preparan platos franceses porque Sketch es una brasserie moderna. De la entrada cuelgan iPads con la historia del local y vídeos de la última reforma. Aunque la mayor sorpresa de este restaurante, además de la conversión de los precios de la carta de euros a libras, espera en los baños.
Al fondo, todo recto, tras atravesar el salón rosa de The Gallery y detrás de una puerta doble de cocina se elevan dos escaleras de un blanco impoluto que llevan al olimpo. O al futuro. Porque eso es lo que te encuentras una vez asciendes como una princesa Disney escalón tras escalón: cápsulas con forma de huevo. Pura ciencia ficción. Son los retretes de una película de Stanley Kubrick. El lugar perfecto para hacerte un selfie y compartirlo en Instagram. «¿Eso de ahí es un baño?» Sí, pero es tan, tan bonito que da reparo usarlo.
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