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domingo, 27 de diciembre de 2015

Aves rapaces contra los estorninos

Larus Control utiliza en Ferrol un águila y un halcón para ahuyentar a estos pájaros
Rocío Pita Parada, 27 de diciembre de 2015. 
Ela y Tifón son pájaros espantapájaros. Patrullan el espacio aéreo de los parques ferrolanos para expulsar a unos indeseables intrusos: los estorninos. Estas pequeñas aves vuelan en bucólicas bandadas surcando el cielo al caer la tarde. Pero su asentamiento para pernoctar en las arboledas urbanas provocan numerosos problemas: desde molestos ruidos a daños en el mobiliario urbano. Ferrol intenta controlar estas poblaciones desde hace una década. Pero año tras año, los estorninos vuelven puntuales con el otoño a la ciudad. Desde finales de noviembre, y coincidiendo con la contratación de una nueva empresa, Larus Control, además de los habituales paseos por las zonas afectadas megáfono en mano para ahuyentarlos con alarmantes sonidos, se ha echado mano de las aves rapaces. Un método «ecolóxico» y que «imprime medo real aos estorniños», consiguiendo espantarlos, explica Juan José Fraga Rey, socio junto a Manuel Calvo de esta empresa especializada.
Aunque cuentan con más ejemplares, son, Ela, una imponente águila de Harris, y Tifón, un veloz híbrido de halcón y cernícalo americano, los que se encargan de esta labor. Y con éxito. Su suelta se produce a altas horas de la noche, cuando los parques están más solitarios, evitando así problemas con los usuarios o sus mascotas. «Voámolos en zonas controladas e limitadas, onde non haxa xente que leve os cans a pasear», matiza. Un vuelo rutinario de entre treinta y sesenta minutos es suficiente para que los estorninos se alejen de su cómodo emplazamiento en busca de un lugar más seguro.
Vuelos rutinarios controlados
Habitualmente los fieros picos y garras de estas aves rapaces no llegan a alcanzar a los pájaros que descansan en los árboles. «É moi raro. Os estorninos son moito máis rápidos que a águia, e se os caza é por intelixencia desta» si consigue acorralar a algún ejemplar. explica Juan José Fraga. Llevan además un sistema de emisor-receptor con el que sus propietarios siempre mantienen el control. «Anosa nunca tivo problemas porque está acostumada», asegura. La pareja que trabaja en Ferrol fue criada en cautividad y juntos, casi como hermanos, y con sus cuidadores. «Pensan que somos da súa especie», apunta. Hasta tal punto que Tifón, el pequeño híbrido halcón-cernícalo, se cree más grande de lo que es y a veces ataca a presas por encima de sus posibilidades. «Chegou a engancharse do lombo dunha vaca», recuerda Fraga.
Larus control inició la campaña hace un mes. Y desde entonces, megáfono en mano que vocifera al atardecer graznidos y chillidos de alarma de distintas aves, han recorrido treinta puntos de concentración de estorninos desde Caranza hasta Ferrol Vello. Estiman que este año vino a la ciudad una población de entre 10.000 y 15.000 estorninos. Una cifra nada despreciable pero que en comparación con los registros de hace de años, en los que llegaron a alcanzarse los 100.000 ejemplares, relativiza el problema.
El modus operandi para su control se inició con cinco días a la semana de alarma sonora. Conforme se comprueba que los pájaros van desalojando las zonas urbanas se van espaciando esos paseos pero se relaja la vigilancia hasta una rutina de una o dos pasadas por semana. Y siempre se mantiene un control periódico hasta marzo, especialmente si, como ha ocurrido este mes, se detectan repuntes de población en determinados puntos de la ciudad.
«Sempre estás mirando para o ceo», reconoce Juan José, que linterna en mano recorre pacientemente a pie el Cantón para localizar si los estorninos siguen allí. Para ejercer su trabajo, explica, hace falta ser un poco de todo: cetrero, técnico de fauna, un poco ornitólogo... Pero sobre todo pasión y amor por los animales, como se desprende de las palabras de Juan José Fraga y Manuel Calvo, que también controlan poblaciones de aves en Caldas y Rianxo.

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