X. G., 12 de diciembre de 2015.
EDUARDO PÉREZ
Como si hubiese adivinado un futuro a la parrilla, el último becerro que intentó la gran evasión del matadero de Carnicosa recorrió media ciudad hasta que dio con los cuernos en el asfalto y se mató cerca de la fuente de las Pajaritas. Fue el 9 de noviembre. En su huida por la Grela, Vioño, la avenida de Arteixo y la calle Noya, el bóvido hizo correr al más pintado, y dio trabajo a las aseguradoras y alegrías a los talleres de chapa y pintura tras causar daños en doce coches. Pasó frente a la Audiencia, pero no pidió el indulto sabiendo que sería inútil: no había nombrado abogado y procurador. Como si hubiese visto El Fugitivo, burló varios controles del 091 y el 092 hasta que, acorralado por las fuerzas del orden en Alfonso Molina, cayó al vació por el hueco de la mediana.
La épica y peligrosísima huida terminó con una imagen un tanto ignominiosa, cuando ya cadáver fue alzado por las patas con una grúa para meterlo en un camión.
La misma foto finish dejó otro famoso fugado de Carnicosa: el becerro que el 18 de diciembre del 2008 recorrió durante 40 minutos el Ventorrillo y los Mallos, hasta que a eso de la una de la tarde, en la Sagrada Familia, vio hierba cerca de la iglesia de San Rosendo y se dispuso a pastar. La policía aprovechó la oportunidad y le rodeó, pero se dio a la fuga histérica, embistiendo a un agente antes de herir a otro del cuerpo nacional y a dos vecinos de 75 y 44 años. Además dejó la factura correspondiente en vehículos y bienes dañados a su paso.
Dijo un entendido que era «un pura sangre salvaje que viene de Zamora». De diez tiros le mataron los policías, que no tenían otro método de parar sus enfurecidos y atemorizados 400 kilos.
Hubo otro intento en el 2013, cuando dos terneros escaparon del camión que los llevaba al matadero y vagaron por el polígono de la Grela. Fueron acorralados por la Policía Local, que logró devolverlos al vehículo evitando males mayores, aunque uno embistió una furgoneta y causaron un lío de tráfico en la zona.
Ciervos y animales de circo
Además de los fugados de Carnicosa, en los últimos años también hubo algunos outsiders. En octubre del 2014 se coló un ciervo hasta la rotonda de la ronda de Outeiro con la avenida del Ejército. Estuvo deambulando cuatro horas de madrugada, vigilado por la policía, que logró cercarlo y enviarlo de vuelta al monte en Feáns. No atacó a nada ni nadie.
Fuera de la ciudad también han tenido lo suyo. En el 2007 la Guardia Civil tuvo que abatir a tiros a un becerro que recorrió el núcleo urbano de Cambre. También está el caso de Pipo, un hipopótamo de circo de más de 2.000 kilos de peso, pero tan dócil que sus dueños le dejaban darse algún paseíto. La presencia de Pipo pastando en una rotonda dio un buen susto a los vecinos de Sada en el 2009, y unos meses después en Culleredo, donde fue inmortalizado masticando un tenis viejo que encontró por ahí tirado. Fue su única víctima.
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