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lunes, 14 de diciembre de 2015

BKS Iyengar: El hombre que se propuso cerrar las farmacias con el yoga

Después de conseguir sobrevivir a la tuberculosis gracias a la práctica de ásana, este maestro del yoga decidió trasladar sus conocimientos a la estresante sociedad occidental
LA VOZ   14 de diciembre de 2015.
A BKS Iyengar el yoga le salvó la vida. Nació débil, enfermo. Su infancia no fue fácil y su país, una India pobre, caldo de cultivo de infecciones y enfermedades, no puso nada de su parte. La malaria, la tuberculosis y la fiebre tifoidea se ensañaron con su débil organismo cuando solo era un niño, desnutrido y huérfano. La disciplina espiritual que le convirtió en toda una institución fue su única salida. La vertiginosa y estresante sociedad de este lado del mundo le debe a BKS Iyengar la paz, el bienestar físico y mental, el espiritualismo. Culpable de que medio mundo en occidente haya aprendido a decir ese sonoro «ommm» que tanto recuerda a las trompas tibetanas, fue capaz de demostrar que el cuerpo puede doblegarse ante cualquier cosa que uno se proponga, incluso llegar a contorsionarse de una manera asombrosa.
BKS Iyengar nunca tuvo grandes aspiraciones. Lo único que se propuso fue mostrar a la humanidad los beneficios de una práctica que a él le había conseguido sacar de las penurias más absolutas. Nacido en una familia pobre de la India, BKS Iyengar vivió una infancia realmente difícil. Sus primeros años transcurrieron en Bellur, un pequeño pueblo continuamente amenazado por una agresiva epidemia de gripe. Su llegada al mundo fue terrible. Y los siguientes años no mejoraron. 
Con tan solo 15 años, BKS Iyengar se trasladó a vivir con su cuñado, el maestro Sri Tirumalai Krishnamacharya, del que comenzó a aprender la práctica de ásana (cada una de las diferentes posturas que se realizan cuando se practica yoga y que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente), consiguiendo sorprendentemente sobreponerse a todos sus problemas y ver increiblemente mejorada su salud. «Con 14 años enfermé de tuberculosis. No había medicinas para curarla y mi hermana me propuso que hiciera unos asanas con el que luego fue mi gurú. Subsistía casi exclusivamente del agua del grifo y de la práctica del yoga. Al cabo de cinco años me había curado completamente», aseguraba BKS Iyengar en una entrevista a Muy Interesante en la que, plenamente convencido de los beneficios de su estilo de vida, pregonaba que si todo el mundo practicara yoga, las farmacias tendrían que cerrar.
Tampoco andaba muy desencaminado. Porque a pesar de sus complicados inicios, BKS Iyengar consiguió imponerse a toda enfermedad, disfrutando de una vida llena de salud y longevidad. Murió a los 95 años, con el reconocimiento de publicaciones comoTime, que en el 2004 lo señaló como uno de los hombres más influyentes del mundo. 
Las enseñanzas de BKS Iyengar han conseguido sobrevivirle, y hoy en día decenas de escuelas esparcidas por todo el mundo practican su método. Gracias a sus enseñanzas, un sinfín de personas de todo el mundo han decidido incorporar la popular postura del loto a sus hábitos diarios con el único objetivo de buscar su bienestar físico y espiritual. Las escuelas con su nombre se diluyen por toda la geografía, y la modalidad de yoga que tanto defendía, el hatha yoga (que huye de esculpir cuerpos hercúleos y persigue la conquista de la elegancia en cada fibra, sin que ello se traduzca en la más mínima tensión corporal, es uno de los más practicados en todo el globo.

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