No tiene ni tiempo ni ganas de morirse. Pero, como le gustan las cosas bien escritas, ya hizo su necrológica
María Hermida / LA VOZ, 10/03/2018
Pepy, redactora de su propia esquela para que se sepa lo feliz que fue / EMILIO J. CERVIÑO
Con Pepy G. Clavijo, octogenaria y vitalista, uno tiene la eterna duda del huevo y la gallina. ¿Vive para contar la vida o cuenta para poder vivir? El caso es que ella escribe desde siempre, desde que era pequeña y paseaba su melena rubia y sus aires rebeles por las calles de Tetuán -«qué libertad tenía en Marruecos», suspira- hasta ahora, que peina los 83 años como quien peina los 15 por su Pontevedra querida. Pepy tiene escrita su vida, narra sus viajes, sus anécdotas, de su cabeza salen poesías, convierte relatos cotidianos en prosa que da gusto leer... Ha publicado doce libros. Y tiene pluma para rato. Tanto escribe y tanto le gusta la corrección a la hora de redactar que un buen día decidió escribir de su puño y letra su esquela. ¿Por qué? Por dos razones: porque quiere que la necrológica diga lo que ella exactamente quiere decir y porque teme que, si la deja en otras manos, se escape alguna incorrección ortográfica, semántica o de cualquier índole. Lo de la esquela podría sonar a anécdota. Incluso a extravagancia. Pero, en realidad, que se haya plantado en una funeraria con su obituario bien escrito define a Pepy, genio y figura hasta... la misma sepultura.