Susana Luaña / la voz 31 de julio de
El único patito que sobrevivió el martes al apetito de las gaviotas del río Con ya no corre peligro. Esa misma noche, los vecinos que no descansaban pensando en que las aves marinas no tardarían en zampárselo, bajaron al río y lo rescataron. Fue Chelo Asorey, la mujer de Manuel Oliveira, que tiene una tienda de chucherías junto al río y que ya salvó a otros patitos de las gaviotas carroñeras. «Me puse unas chanclas y bajé, la pata no me dejaba cogerlo, pero al final pude hacerlo. ¡Es que no podíamos permitir que también se lo comieran a él, como al resto de la niñada!».
Así que en la mañana de ayer, el patito era un atractivo más para los niños que entraban en la tienda. Descansaba en una caja de cartón, rodeado de algodón, agua y comida, y se le veía muy a gusto. «Fui a comprarle pienso por la mañana y ya comió», decía Manuel. Él y su familia no son nuevos en estas lides, porque ya rescataron en otras ocasiones a crías de pato que corrían el riesgo de ser devoradas por las voraces gaviotas. Incluso le pusieron nombre. «Mi hija le llama Afortunado, porque de verdad que lo fue».