ANA LORENZO / LA VOZ, 16/09/2020
Antes de que Confi -o Manoliño- apareciera nadando en aguas de la comarca buscando el afecto de bañistas y buzos, hubo otro arroaz que sedujo a los barbanzanos con sus juegos y travesuras. Lo habían bautizado como Gaspar, porque una de las primeras veces en las que fue visto a comienzos del año 2008 coincidió con la festividad de Reyes, y se decidió que llevara el nombre de uno de los tres magos de Oriente. Este delfín mular macho -de más de tres metros de largo y 400 kilos de peso- procedía de la Bretaña francesa, «pero se fartou da xente de alí e se veu para aquí», recuerda Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma).
Explica que cuando llegó a aguas francesas, el animal había sido muy bien recibido, porque se dejaba querer por los bañistas y se convirtió en el centro de atención. Sin embargo, pronto comenzó a hacer de las suyas y se volvió un auténtico problema para las autoridades. Uno de los destrozos más sonados fue cuando enrolló varios cabos de barcos y al salir una de las embarcaciones acabó arrastrando al resto, o cuando se hacía el ahogado enganchando su cola con una cuerda para que se tiraran al mar a salvarlo. «Ao final converteuse nun estorbo e quixeron matalo a bombazos, así que veu para España e estivo tres anos nadando entre Avilés e Aveiro, en Portugal», explica el biólogo.