LA VOZ, 12 de diciembre de 2015.
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| PHILIPPE HUGUEN | AFP |
El huidizo artista callejero conocido como Banksy ha querido darle al mundo un baño de realidad, especialmente a los que prefieren apartar la vista del drama de los refugiados sirios para seguir con las pupilas adheridas a las pantallas de sus iPhones. Desde hace unos días, Calais cuenta con un nuevo inquilino en la «Jungla», uno de sus muchos campos habilitados especialmente para acoger a los que llegan a Europa huyendo del horror de la guerra. En uno de los muros, la cara de un refugiado se hace familiar. Carga al hombro un macuto, viste jersey negro de cuello de cisne, vaqueros y zapatillas deportivas y sujeta, en una mano, un ordenador con una manzana mordida. Es Steve Jobs.
«A menudo, se nos hace creer que la migración es una carga para los recursos de un país, pero Steve Jobs era el hijo de un emigrante sirio. Apple es la empresa con mayores beneficios del mundo, paga más de 7 billones de impuestos al año y existe solo porque alguien le permitió la entrada a un joven de Homs». Con estas palabras ha acompañado Banksy, según The Washington Post, el dibujo de Jobs. Pero no ha sido el único regalo que el grafitero ha dejado en la ciudad francesa, desbordada por la cantidad de refugiados llegados de Siria. Una segunda obra representa una balsa de madera llena de gente pidiendo ayuda -que recuerda a La balsa de la medusa de Géricault- y, a lo lejos, un yate ajeno al drama. No todos vamos en el mismo barco, ha titulado el artista este dibujo:
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