Tutankamón recupera la perilla

La barba ritual de la máscara real fue reparada para revertir una errónea restauración anterior en la que se pegó con resina epoxy
Nacho Blanco / la voz, 17 de diciembre de 2015.

Además de las pirámides y la esfinge de Giza, el otro icono por el que el ciudadano de a pie conoce el mundo del antiguo Egipto es la máscara mortuoria de oro macizo del faraón Tutankamón, un rey de la XVIII dinastía que falleció a edad temprana y que podría esconder tras su tumba la de su madrastra, la reina Nefertiti, como si se tratara de un kinder sorpresa arqueológico. Ayer las autoridades egipcias presentaron el nuevo rostro del faraón, puesta en escena que supone la antesala de lo que podría ser el hallazgo del siglo: la tumba de Nefertiti, en el que cree a pies juntillas el arqueólogo de la Universidad de Arizona Nicholas Reeves. El ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati apuesta a un 90 % que sí, que algo hay tras los muros de la tumba de Tutankamón.

Cuando Howard Carter sacó a la luz la última morada deTutankamón, en 1922, sufrió un shock por las riquezas que guardaba el hipogeo de nombre KV62 del Valle de los Reyes. Entre ellas, la máscara de oro y piedras preciosas que ocultaba el rostro de un faraón muerto muy joven y envejecido prematuramente.

Los tesoros fueron desperdigados por medio mundo, pero la máscara, que ayer se mostró de nuevo al mundo después de una minuciosa restauración realizada por el experto Christian Eckmann, se quedó en Egipto, concretamente en el Museo de El Cairo, donde se exhibió tras gruesos cristales.

Desprendida accidentalmente

El anterior jefe de las antigüedades egipcias, Zahi Hawas, tuvo que sufrir las críticas de la primera chapuza operada sobre la máscara. Labarba postiza, símbolo del poder real, se desprendió accidentalmente cuando procedían a la limpieza de la pieza. Corría el año 2013. Los «entendidos» optaron por aplicar una cola epoxi, un error que le ha costado a la máscara unos años de retiro obligado. Los responsables fueron depurados. El desaguisado fue resuelto por Eckmann soldando nuevamente la barba, limando los restos de pegamento y aplicando técnicas no invasivas.

Para Eckmann, la parte más difícil y «desafiante» de la restauración fue despegar la perilla del resto de la máscara, para lo que no se utilizó ningún tipo de producto químico. «Tuvimos que usar herramientas de madera, calentarlas un poco para que se derritiera el adhesivo y eso es lo que nos permitió quitar todo el pegamento», detalló.

Una vez separada la perilla del rostro, los expertos se encontraron con un pequeño tubo dentro, que volvieron a colocar correctamente. Después, introdujeron ese tubo por dentro de la perilla y lo pegaron utilizando «cera natural de abejas, que es fácil de quitar si es necesario», añadió Eckmann.

Por su parte, el ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati destacó en la rueda de prensa el trabajo del equipo egipcio-alemán que se encargó de estos trabajos que han finalizado «con gran éxito». «La nueva restauración de la perilla es mejor de la que se realizó en los años cuarenta y el estudio será publicado en un libro», destacó el responsable gubernamental.