NOVO / VdG, 23 diciembre, 2015
Mucha gente se ha preguntado en alguna ocasión cómo sería su cabello si decidiera no volver a cortárselo. La llamada familia Rapunzel permite que todas esas personas salgan de dudas. Tere Lynn Svetlevich Russell, una mujer del estado de Illinois, y sus tres hijas han logrado aguantar sin ir a la peluquería a rebajarse sus melenas pese a las incomodidades, a los arrebatos o a las miradas de sus vecinos.
En el caso de la matriarca de esta peculiar familia, su cabello no ha crecido desde siempre, pero sí al menos desde que era una adolescente. Y ha llegado a la increíble longitud de 1,88 metros. Fue precisamente su larga melena lo que llamó la atención del que sería su futuro marido que, para quien se lo esté preguntando, tiene el pelo corto. «Tenía un pelo precioso, y eso me atrajo mucho, era muy atractiva», afirma su esposo.
Por eso, cuando nacieron sus hijas, Tere Lynn decidió que iba a dejar que las melenas de sus pequeñas crecieran con total libertad hasta que, una vez llegadas a la edad adulta, ellas mismas decidiesen si querían cortárselas o no.
A pesar de lo que pueda parecer, una larga melena no implica un pelo descuidado. Todo lo contrario. En una peluquería a la que acuden por primera vez en años para hacer tareas de cuidado, las empleadas destacan la pulcritud de las cabelleras de la familia.
Y no es tarea fácil. Peinar a sus hijas y a ella misma es una labor especialmente ardua, para lo que necesitan un cuarto de botella de acondicionador por cada una en cada lavado en la ducha, en la que Tere Lynn permanece al lado de sus pequeñas rociándolas con champú mientras ellas se bañan.
Pero Tere Lynn ya no se lava el cabello en la ducha como lo hacía de joven. Hace unos años lo intentó y, después de mojárselo, «el cabello se puso tan pesado que me caí al suelo», afirma la mujer.
No es el único problema que da tener una melena de estas características. A Tere Lynn, con más frecuencia que el común de los mortales, se le queda enganchado el pelo al cerrar la puerta del coche y no es la primera vez que la aspiradora intenta succionar el cabello, que le llega hasta el suelo. Además, a los niños les encanta ponerse encima de su melena como si de una alfombra se tratase.
De momento, sus hijas están felices con sus largas melenas. Y ganan año tras año premios por sus impecables pelambreras, sin parangón en la zona en la que viven. Pero, de vez en cuando, alguna de sus hijas tiene una crisis de fe y reclama a su madre que le gustaría cortarse el pelo. «Pero otros días, cuando hablamos más seriamente, me dice: ¿No, quiero el cabello largo?», explica Tere Lynn.
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