C. M. / efe, 20 de diciembre de 2015.
VANDERLEI ALMEIDA | AFP |
El Museo del Mañana, una obra futurista de 15.000 metros cuadrados de construcción proyectada por el arquitecto español Santiago Calatrava y acaba de inaugurarse, fue ideado teniendo en cuenta su entorno del puerto de Río de Janeiro y la exhuberante naturaleza de toda la ciudad, explicó su autor. El museo, que abrió sus puertas al público ayer tras una ceremonia oficial de inauguración en la que participó la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, es una de las principales obras del proyecto de revitalización del puerto de Río de Janeiro de cara a los Juegos Olímpicos del 2016.
La instalación fue construida en un muelle del puerto de Río que se proyecta sobre la bahía de Guanabara y frente a la céntrica y tradicional plaza Mauá, que fue totalmente reurbanizada y que también ganó como atracción el Museo de Arte de Río (MAR). La zona portuaria también ofrecerá otras atracciones, como un gigantesco acuario, galerías de arte, edificios corporativos y un polo gastronómico, en un proyecto que sigue el modelo de Barcelona.
«La ciudad de Río está dando un ejemplo al mundo de cómo recuperar calidad urbanística a través de intervenciones drásticas y de la creación de dotaciones culturales como el Museo del Mañana o el nuevo Museo de Arte», afirmó Calatrava.
El arquitecto agregó que fue precisamente esa visión la que les llevó, en sus primeros diseños, «a proponer la incorporación de una plaza frente al museo para mostrar un espacio urbano cohesionado y que reflejara esa transformación que se estaba emprendiendo».
Según Calatrava, tanto el Museo del Mañana como el MAR sirven como catalizadores para una plaza Mauá embellecida, que volvió a respirar y que recuperó su vitalidad plural.
Agregó que, además del entorno de la plaza Mauá, la edificación también se inspira en la belleza natural de Río de Janeiro, «tal vez la más bella ciudad del mundo para la simbiosis entre arquitectura y entorno natural».
El museo cuenta con 5.000 metros cuadrados de espacio para exposiciones, así como con una cobertura metálica de forma cóncava que avanza 75 metros en dirección a la plaza Mauá.
La edificación, cuya altura fue limitada a 18 metros para que no tapara la visión que se tiene de la bahía de Guanabara desde construcciones vecinas, cuenta en su planta superior, destinada a la exposición permanente, con un techo de 10 metros de altura del que se puede observar toda el área portuaria.
Versatilidad funcional
«La idea es que el edificio fuera lo más etéreo posible, casi flotando sobre el mar, como un barco, un pájaro o una planta. Debido a la naturaleza cambiante de las exposiciones, hemos introducido una estructura arquetípica en el interior del edificio, lo que lleva a una sencillez de entendimiento que permite la versatilidad funcional del museo, que también puede albergar congresos o desarrollar actividades de investigación», asegura Calatrava.
El arquitecto e ingeniero agregó que el diseño también busca aliar la arquitectura con el objetivo de la obra como un museo para el futuro y unidad educativa.
«Su diseño ha sido pensando para crear en el visitante una experiencia única y despertar emociones a través de las formas del edificio, los materiales, la luz y el espacio que complementan las exposiciones del museo», agregó.
El museo, con alrededor de 30.000 metros cuadrados de salas, jardines, espejos de agua y áreas de ocio, mostrará al público el poder del hombre para cambiar el mundo, ya sea mediante la alteración del clima, la degradación de los ecosistemas o la interferencia en la naturaleza, así como el legado que está dejando de cara al futuro.
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