Jorge Bravo / la voz, 21 de enero de 2016.
M. MORALEJO |
Si el alimento sobra, queda en el agua flotando, con sus consecuentes riesgos ambientales al margen de los económicos. En el caso de que sea insuficiente, también se dificulta el proceso de crecimiento. Cebar a los lenguados, rodaballos o lubinas es una tarea constante. Pero son varios los factores que les inducen a consumir más o menos comida cada día. El primero es la mayor o menor presencia de proteínas, grasas y carbohidratos. La mayor presencia de glucosa o ácidos grasos afectan negativamente a su consumo de los alimentos.
Más novedoso ha sido detectar que especies como los lenguados o la trucha arco iris responden a agentes externos que les generan estrés con una respuesta fisiológica que disminuye su voracidad. También han logrado demostrar que la presencia continuada de esta situación es beneficiosa en el corto plaza para el animal pero perjudicial con el paso del tiempo.
La última conclusión detectada es la importancia que tiene el conocido como reloj biológico. Se han detectado ritmos diarios en el hígado de encimas que controlan el metabolismo de los carbohidratos y las grasas. Dicho de otro modo, cada pescado varía sus necesidades alimenticias de nutrientes en función del ciclo de su hígado, que es personal, algo que se desconocía hasta ahora y que permite aplicar técnicas de control a través de la hormona melatonina.
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