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domingo, 10 de enero de 2016

«Castrar» rodaballos, solución para criar ejemplares de más de tres kilos

Un estudio del IEO de Vigo evalúa el rendimiento de peces estériles para su posible cultivo a escala comercial
Espe Abuín / la voz, 10 de enero de 2016. 
El cultivo de rodaballo está tan consolidado en Galicia como el del mejillón. Pero a diferencia de este último, la cría del pez plano está tan medida en términos de eficiencia económica, que incluso se haestandarizado el tamaño de los ejemplares que se ponen en el mercado. Si de las plantas de acuicultura no suelen salir individuos por encima del kilo y medio es precisamente porque engordarlos en la granja hasta que alcancen mayor peso y tamaño truncaría todos los números de las empresas y su cultivo sería ya poco rentable.
Eso, unido a que la pesca extractiva ya pocas toneladas proporciona, prácticamente ha hecho desaparecer de los expositores de las pescaderías aquellos ejemplares generosos que superaban el par de kilos.
Pero su regreso podría estar cercano si las empresas aceptan el reto que han planteado desde el Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Vigo: el de castrar a los rodaballos para lograr peces de crianza de mayor tamaño con garantías de rentabilidad. No serían auténticos castrati, en el sentido de que no se somete a los ejemplares a una intervención quirúrgica que les extirpe los órganos sexuales. Pero sí serían estériles gracias a un choque térmico fríoque los induce a ser individuos triploides; esto es, que poseen tres juegos completos de cromosomas en lugar de los dos que tienen habitualmente (diploides, que dicen los genetistas).
Sin distracciones
No es que la esterilidad acelere el proceso de crecimiento de los ejemplares. Para nada: engordan al mismo ritmo unos y otros. Ocurre que esa esterilidad inducida provoca que, al llegar a la madurez sexual -que ocurre precisamente cuando ejemplar alcanza el kilo o kilo y medio-, en lugar de invertir energía en el desarrollo de las gónadas, dediquen todo lo que comen a su crecimiento. Así, mientras los individuos tipo -por así decirlo- (diploides) se van al mercado antes de entrar en la madurez sexual y se comercializan en tamaño «de ración», los estériles pueden continuar hasta los dos, tres y ¿por qué no? incluso cuatro kilos sin la desaceleración en el crecimiento que supone tener que alimentar las glándulas sexuales.
Tener ejemplares de mayor tamaño podría además abrir nuevos campos más allá del rodaballo de ración, como el fileteado o el procesado del producto.
Tesis doctoral
Todo eso es lo que ha constatado Jorge Hernández, investigador del IEO de Vigo, en su tesis sobre el rendimiento de los rodaballos estériles para evaluar su posible implantación del cultivo a escala comercial. Hernández recogió en el 2008 el testigo de su jefa, Rosa Cal, que ya en el 2000 había estandarizado el método para inducir a la triploidía del rodaballo con un 95 % de eficacia, y analizó la fisiología de estos ejemplares para determinar las diferencias entre unos y otros.
Y si bien es cierto que ha apreciado diferencias en el sistema inmunológico -los estériles serían más debiluchos-, no se han encontrado peculiaridades morfológicas, como sí se perciben en el caso de otras especies, ni esqueléticas, cuestión que se constató radiografiando en Lugo a los ejemplares con el que se experimentó en el IEO de Vigo. Y aunque las fibras musculares son menos densas en el caso de los castrati, no se aprecia en la textura y, para nada, hay alteración del sabor ni de la composición nutricional.
Posible y con menos hándicaps
En definitiva, el cultivo de rodaballos estériles a escala comercial es posible. Y, además, presenta menos inconvenientes que otras especies en la que el cultivo de triploides está consolidado, como puede ser el del salmón o el de la trucha, donde los castrados suelen tener una malformación en la mandíbula inferior, lo que detrae al consumidor, y se han constatado casos de fusiones vertebrales.
Lo que la ciencia ha constatado -que la cría de rodaballos estériles puede mejorar la producción de la especie- topa con el desinterés de las empresas acuícolas, admite Hernández. Una indiferencia que puede estar, por una parte, motivada por la comodidad que supone haber estandarizado un cultivo -todas las compañías sacan un producto de la misma edad, tamaño y prácticamente igual precio- y, por otra, por la pereza de tener que explicar al consumidor que la esterilización del rodaballo nada tiene que ver con la modificación y ni siquiera con la selección genética. Lo único que se hace es que en un momento de la fecundación -que en todos los casos es artificial- se someten los huevos a cero grados durante un tiempo determinado. «No hay nada extraño y, de hecho, no es necesario ni mencionarlo siquiera en el etiquetado», explica el investigador.
Hernández señala que lo más probable es que el consumidor ya haya catado ejemplares estériles en el caso del salmón o la trucha. Y es que las empresas tienden a buscar estos individuos para evitar problemas medioambientales en casos de escape. El firmante de la tesis no ha catado el rodaballo estéril -«es como el pizzero que no come pizzas», justifica-, pero sí el salmón en Escocia y «no había diferencias».
Mejor por separado
En cuanto al cultivo, aunque pueden criarse en el mismo tanque, lo aconsejable es que no, puesto que los triploides son menos agresivos, «menos espabilados», tardan más en reaccionar y llegan más tarde al alimento. Eso podría tener algo que ver con deficiencias en la visión, pero eso ya es materia de otro estudio que, visto el escaso interés que, por ahora, ha mostrado la industria, lo más probable es que quede en el tintero.

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