PEPA LOSADA |
Los vecinos de Chavín, en Viveiro, dicen que fue con el ciclón Klauscuando más sufrió O Avó, el singular ejemplar de eucalipto globulusque preside el Souto da Retorta. La evaluación de la situación del parque, declarado monumento natural, disparó a partir de entonces todas las alarmas en torno a su estado de salud. Pero no solo del gigante del parque, sino de la totalidad de las 3,18 hectáreas que ocupa esta masa forestal, singular por sus características naturales y por la historia que guarda, vinculada al sueño industrial de un empresario del siglo XIX. Resulta que a O Avó, con sus 130 años, le sientan mal los abrazos, pero no los mimos. Y no es una frase vacía. Sus 70 metros de altura y 10,5 metros de perímetro sufren por la compactación del suelo generada por los zapatos de las miles de personas que han abrazado su tronco a lo largo de los años. Una valla de madera de 13 metros de diámetro y 1,2 metros de altura impide ahora rodear su tronco de «pata de elefante».
El paso del tiempo, los hongos e incluso el goníptero, un insecto coleóptero defoliador, han hecho mella en el gran árbol y en el resto del parque. Así lo constataba el informe de la Escuela de Montes de Lugo, y que ha sido la base sobre la que ha trabajado la Consellería de Medio Rural en el plan de saneamiento que se realizó a finales del pasado año.
«Se analizaron distintas partes de los árboles y del suelo, y se determinó que el decaimiento de la masa se debía a un complejo de varios hongos foliares o de suelo y artrópodos actuando en conjunto», explicó María Eugenia Gasalla, jefa del Servizo de Conservación da Natureza de Lugo. De momento se ha optado por la decisión de no aplicar «ningún tratamiento curativo al árbol «a la espera de ver cómo evoluciona con lo que se ha hecho».
Más aire contra la humedad
Se le ha dado «aire» al Souto da Retorta, con la retirada de 79 pies de eucaliptos y de ejemplares secos, y con la poda de ramas muerta y la plantación de especies autóctonas. «Al reducir la densidad de la masa se mejoran las condiciones de aireación del suelo y de los árboles», señala. Los técnicos confían en que esta actuación traerá «a medio-largo plazo, beneficios» para el estado de salud de O Avó y el resto de ejemplares, principalmente paliando las enfermedades producidas por la gran concentración de hongos. Gasalla citó sobre todo la armillaria, un organismo que provoca que las raíces se pudran y acaba matando el árbol. Las condiciones de temperatura y humedad que se dan en el parque son las idóneas para que proliferen estos organismos que atacan sin piedad. No se descartan tratamientos fitosanitarios y sellado de heridas en los troncos, «en función de la evolución».
¿Cuánto le queda de vida a O Avó? «No se puede decir. El estudio de la Universidad de Santiago no da como determinante la edad», señala. Y añade que en su lugar de origen hay eucaliptos que tienen 200 años. O Avó tiene 130 y a su alrededor hay otros cincuenta ejemplares con 120 años».
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