NOVO / VdG, 08 enero 2016
Está uno en su más profundo y placentero sueño cuando, de repente, un ruido estridente y repetitivo viene a romper el idílico momento. Es el despertador, ese artilugio del demonio que se desvive todas las mañanas por hacernos pasar un mal rato.
Porque, hay que reconocerlo, todos los métodos para despertarnos son, en realidad, una tortura. Desde los sonidos estruendosos a los más complicados artilugios que requieren de operaciones matemáticas o salir de la cama para que dejen de hacer ruido, los ingenieros siempre se las han apañado para que los más perezosos se levantasen sí o sí. A cualquier precio.
El joven Guillaume Rolland pensó que quizás hubiese otra solución. Él, como buen francés amante de los pequeños placeres de la vida, se dijo un día que lo mejor para levantar a alguien era a través de cosas agradables y no como se había hecho hasta ahora.
Y, ¿qué hay más placentero que estar en cama y percibir el olor de un buen desayuno sobre la mesa?, pensó él, que imaginaba esos evocadores despertares con el lejano aroma de buen café recién hecho o un cruasán que acaba de ser horneado.
De ahí le vino la idea definitiva en el mundo de los despertadores: SensorWake, el aparato que nos levanta de cama a través de aromas sugerentes.
El dispositivo actúa como una especie de Nespresso. Trae una serie de cápsulas de olor que se activan a la hora indicada y llenan la estancia de ese aroma. En su lanzamiento han presentado varias opciones, como los mencionados café y cruasán, pero también otros placenteros como la hierba recién cortada, el mar, el chocolate o la menta.
Pero, ¿puede despertarnos solamente un olor? Al parecer, y según han comprobado desde Sensorwake, sí. Han probado el despertador en más de 100 personas y todas ellas se despertaron cuando se activaba.
El despertador vale unos 100 euros (aunque están de oferta a unos 80 mientras dura el CES de Las Vegas) y los cartuchos, que vienen en packs de dos y duran un mes cada uno, unos 10 euros.
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