LA VOZ, 28 de marzo de 2016.
Ángela Ruiz Robles pasó de puntillas por la historia de la ciencia. Maestra ferrolana, se adelantó más de medio siglo a su tiempo y, en plena posguerra española, ideó el primer libro mecánico, precursor del actual e-book, mal atribuido -al menos de forma inexacta- a Michael Hart. Porque la primera enciclopedia electrónica no la inventaron en Illinois, sino en la esquina noroeste de España. Lo acredita una patente otorgada en 1949 y el prototipo que se construyó, siguiendo las instrucciones de doña Angelita, en el Parque de Artillería de Ferrol y que actualmente descansa en A Coruña, en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Ángela Ruiz Robles nació hace hoy 121 años en Villamanín, León. Hija de una familia acomodada, se trasladó a Ferrol tras aprobar las oposiciones de maestra. Fundó una academia para adultos, que llamó Elmaca en honor a sus tres hijas -Elena, María Elvira y Carmen- y se jubiló dando clase a obreros que alfabetizaba de forma gratuita y desinteresada. Le dio tiempo, además, a escribir 16 libros. Pero doña Angelita era conocida, sobre todo, por sus innovaciones pedagógicas. Visualizó la era de las pizarras digitales con varias décadas de antelación. «El futuro habla, pero pocos entienden lo que dicen». Ella lo comprendía a la perfección. Y también que no debía perder el tiempo. Su mente privilegiada y su profunda vocación por la pedagogía y la educación le marcaron el camino. ¿Su objetivo? Aligerar los kilos con los que los alumnos cargaban sus espaldas resumiendo en un único libro todas las materias, hacer más atractivo y, al mismo tiempo más sencillo, el aprendizaje; en definitiva, convertir la enseñanza en algo interactivo y estimulante. Y en la primera mitad del siglo XX.
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«Fue no solo una avanzada a su tiempo, sino una revolucionaria, porque en su patente añadía la posibilidad de incorporar en el futuro innovaciones como pulsadores de voz y calculadoras e intuía ya la importancia de aprender idiomas como el inglés y el francés», explicó a La Voz el nieto de Ángela Ruiz Robles hace tres años cuando el ministerio de Economía rescató con documentos inéditos su figura y su revolucionario invento.
Tuvo, sin embargo, el ingenio de Ángela Ruiz Robles un apuesto pretendiente: Estados Unidos. Los norteamericanos le echaron el ojo al invento y desde Washington hubo quién rondó a la gallega para hacerse con su patente. No lo consiguieron. Doña Angelita, maestra en Mandiá, ni se planteó hacer las maletas y poner rumbo a América. Quería que el invento se quedase en Galicia, en Ferrol.
La Historia muchas veces se empeña en que en estos casos sea al contrario, pero a Ángela Ruiz Robles el reconocimiento le llegó en vida, a tiempo para recibir diversas y prestigiosas distinciones como la Cruz de Alfonso X El Sabio a su Profesionalidad o la Medalla de Oro y un Diploma en la I Exposición Nacional de Inventores Españoles, celebrada allá por el año 1952. En 1998, el colegio público de Ferrol Ibañez Martín colocó una placa en su honor. Y este lunes, en el 121 aniversario de su nacimiento, Google le dedica uno de sus emblemáticos doodles.
Ángela Ruiz Robles no consiguió, sin embargo, lo más importante, al margen de insignias y aplausos: que una empresa española fabricara su invento. Lo exhibió por las ferias de toda España, repitiendo sus bondades aquí y allá. Incluso intentó convencer al Ministerio de Educación, que le dio su aprobación para el uso eventual en las aulas. Pero nunca consiguió financiación. De cualquier forma, su trabajo no cayó en saco roto. Algunas de las ideas recogidas en su patente han servido de base para aplicaciones actuales y años más tarde, el descendiente de su tomo electrónico, el e-book, acabó conquistando a las editoriales de todo el mundo.
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