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martes, 22 de marzo de 2016

Una jabalina vive con cinco crías en pleno casco urbano de Monforte

Los animales visitan a diario un solar situado junto a varias casas habitadas
Francisco Albo / LA VOZ, 22 de marzo de 2016. 
La zona marcada en rojo en una captura de Google Maps indica la situación
 de la finca donde se refugian a diario los animales
Los vecinos de la calle Condesa Pardo Bazán, en el barrio monfortino de la Estación, tienen una compañía muy poco común desde hace varios días. Un jabalí hembra con cinco jabatos pasa una buena parte del día descansando en un solar situado detrás de una hilera de viviendas. El refugio elegido por estos animales resulta insólito por su ubicación, ya que no se encuentra en las afueras, sino en pleno casco urbano y en medio de una zona densamente poblada. Pero para la jabalina debe de ser un lugar apacible. Ayer por la tarde amamantaba tranquilamente a sus crías bajo un matorral situado solo a unos cinco metros de las vallas que cierran los jardines traseros de dos viviendas habitadas.
Una de estas casas pertenece al propietario de la finca, Arturo Roca, que descubrió la presencia de los animales el pasado domingo. Él y su mujer notaron que su perra Gala husmeaba insistemente junto a la valla que separa el jardín del solar contiguo. Al mismo tiempo oyeron unos gruñidos y notaron un intenso olor porcino. Asomándose con la ayuda de una escalera de mano por encima de la valla comprobaron con gran sorpresa que lo que había en el solar no era precisamente un cerdo doméstico extraviado.
Arturo Roca cree que la jabalina y sus crías debían de llevar ya varios días visitando el lugar. A su parecer, se adentran en el área urbana avanzando por las orillas del arroyo de Rioseco, cuyo cauce pasa a medio centenar de metros en línea recta. «Hace cosa de un año ya vimos junto al regato otra hembra con crías», explica. Para llegar desde el arroyo hasta el solar -añade-, probablemente se mueven a lo largo de la calle Frei Martín Sarmiento, un callejón sin asfaltar pero con casas habitadas que llega hasta la orilla del cauce. Después cruzan la calle Poeta Noriega Varela -una de las principales vías de esta parte del barrio- para entrar en la zona donde se encuentra el solar, que al igual que otras fincas vecinas está sin uso desde hace tiempo. El dueño del terreno apunta por otro lado que los animales posiblemente se refugian para dormir en una casa abandonada y ruinosa que se halla en las cercanías.
Los propietarios de la finca no sienten mucha preocupación por la presencia de estos huéspedes y no tienen ninguna intención de expulsarlos del lugar. No han sufrido ningún destrozo en la propiedad y no creen que su presencia suponga un peligro. «Si la jabalina se siente tranquila y nadie los molesta, no tiene por qué pasar nada», dice Arturo Roca. «Lo más seguro es que cuando las crías estén un poco más crecidas se vayan de aquí y vuelvan al monte», añade. Mientras eso no sucede, los dueños del solar y los vecinos de la vivienda contigua tienen la oportunidad de contemplar desde las vallas de sus respectivos jardines un espectáculo natural que no es nada fácil ver ni siquiera en medio del monte. Como un documental sobre la vida salvaje, pero en carne y hueso y solo a unos metros de sus propias casas.

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