R. R. / LA VOZ, 31 de marzo de 2016.
PETER SCHOUTEN | AFP |
El hallazgo en el 2003 de un esqueleto humano a seis metros de profundidad en una cueva de Indonesia conmocionó a la antropología. No eran unos fósiles más. Su cerebro pertenecía a un homínido, pero su tamaño, de 400 centímetros cúbicos, similar al de un chimpancé, no encajaba con lo esperado. Pero más sorpresivas aún fueron sus extremidades, cuyo análisis posterior permitió identificar a un individuo adulto de poco más de un metro. Medía justo 106 centímetros y no, no era un homínido más. Era el Homo floresiensis, una nueva especie humana que convivió en el planeta con sapiens, denisovanos y neandertales. El también conocido como hombre de Flores, el nombre de la isla indonesia donde se encontró, fue objeto desde entonces de múltiples investigaciones que aún continúan hoy en día. El misterio que lo rodea persiste, pero empiezan a resolverse algunas dudas. La especie no se extinguió hace 12.000 años, como se creía hasta ahora por los análisis previos, sino que lo hizo mucho antes, en torno a 50.000 años, antes que lo hiciera el neandertal. Es lo que revela un nuevo trabajo liderado por investigadores australianos y canadienses que se publica en Nature.
El hobbit desapareció coincidiendo con la primera dispersión de los humanos modernos hacia el sudeste asiático y Australia. Sigue sin saberse si ambas especies llegaron a conocerse, pero el dato no parece casual. Las excavaciones realizadas entre los años 2007 y 2014, que permitieron localizar nuevos restos óseos de distintos individuos, revelan una antigüedad de entre 100.000 y 60.000 años, mientras que las herramientas atribuidas a los individuos de la especie se datan hace entre 190.000 y 50.000 años.
Hace 50.000 años, los Homo sapiens atravesaron las islas del sudeste asiático y llegaron a Australia, pero hasta el momento aún no se hallaron sus restos en la isla de las Flores, el hábitat del hobbit.
«Algunas zonas del sudeste asiático pudieron estar habitadas por denisovanos u otros homínidos durante este período, pero la prueba más antigua de la existencia de sapiens en la isla indonesia data de hace unos 11.000 años», explica Richard Roberts, uno de los autores del trabajo, de la Universidad de Wollongong (Australia). En principio, nuestra especie no coincidió, pero harán falta más excavaciones en la zona para conocer si la presencia del hombre moderno contribuyó o no a la repentina extinción del Homo floresiensis y de otras especies de animales hace 50.000 años.
«Buitres, cigüeñas gigantes, un tipo de elefante pigmeo llamado Stegodon e incluso el dragón de Komodo que habitaba la isla desaparecieron de la secuencia junto al hombre de Flores», constata a la agencia Sinc Matthew Tocheri, coautor de la investigación.
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