J. A.Colpisa, 20 de noviembre de 2015.
Nadie se explica aún cómo un enorme tráiler frigorífico que debía transportar a Riga (Letonia) 22 toneladas de cítricos que había cargado en Murcia terminó atrapado en un camino forestal en el paraje de Monte Hondo, varios kilómetros más allá del final de la carretera de Bonicaparra, en una zona montañosa de Ezcaray, en La Rioja. Totalmente fuera de ruta y perdido, en grado superlativo, su conductor ucraniano llegó allí la madrugada del pasado domingo y pernoctó en la cabina.
Por la mañana, un vecino se lo encontró lloroso y desesperado. Lo llevó al cuartel de la Guardia Civil, que desplazó a unos agentes hasta el lugar en el que estaba el vehículo y contactó con Íñigo Capellán, colaborador del Instituto Armado y del Gobierno de La Rioja en labores en el monte y carreteras.
«Estaba muy complicado», reconocía el pasado domingo, aún sorprendido del lugar hasta el que había llegado el vehículo. «Debió de subir con las ruedas en el aire en tres curvas», dijo sobre la estrechez de la sinuosa carretera de Bonicaparra, o más bien una empinada pista forestal.
Con su tractor empujó el camión, que estaba atascado en el camino. Ayudó a maniobrar al conductor, que a punto estuvo de precipitarse barranco abajo. El destino quiso que en Ezcaray hubiera otro ucraniano, quien colaboró en la traducción. Había que sacar el vehículo de la pista, primero, y, después, conducir un kilómetro marcha atrás hasta llegar a un punto en el que dar la vuelta. Íñigo llamó a su primo José Manuel, avezado camionero. Cuando llegó, él mismo había logrado retroceder ya unos 600 metros. Su familiar terminó la maniobra y bajaron a Ezcaray. «¡Menudos abrazos nos daba!», recuerdan, sin entender aún cómo llegó allí. Dudan que el GPS fuera capaz de desviarse tanto. Los vecinos creen que el camionero se equivocó y puso en el navegador unas coordenadas o un nombre erróneos.
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