R. Romar / la voz, 22 de noviembre de 2015.
Más grande que el Coliseo de Roma, casi tan alto como la estatua de la Libertad. Así será el Gran Telescopio de Magallanes (GMT), el mayor ojo de la Tierra para la observación del universo, cuyas obras comenzaron hace unos días en el observatorio chileno de Las Campanas, a 2.380 metros de altitud y cerca del desierto de Atacama. Esta semana fue la puesta de largo de las obras, aunque en realidad las primeras voladuras del terreno se iniciaron en el 2012 y la fabricación de los espejos también se ha iniciado. Cuando entre en funcionamiento, en el 2021, se convertirá en el mayor observatorio del cosmos del mundo, con una resolución 10 veces superior a la del telescopio espacial Hubble y cuatro veces mayor que la del James Webb, que también está en órbita.
Aunque este liderazgo no le durará mucho tiempo, ya que poco después se pondrá en funcionamiento, también en Chile, el Telescopio Europeo Extremadamente Largo, que depende del Observatorio Austral Europeo (ESO) y que registrará su primera luz en el 2024, y el Telescopio de 30 Metros, que se ubicará en Hawái en el 2022. Es una carrera sin precedentes a la que se ha lanzado el mundo para intentar descifrar desde la Tierra los últimos secretos del universo.
Magallanes centrará su objetivo en el estudio más detallado que se haya hecho nunca de los agujeros negros, incluyendo los materiales que expulsan, y de las atmósferas de los planetas extrasolares. Aunque su función primordial será la de echar un vistazo al pasado, al universo primigenio, cuando se empezaban a formar estrellas y planetas a partir de nubes de gas. Tendrá capacidad para visualizar los objetos más débiles del espacio, como estrellas antiguas en las que, quizás, se pueda encontrar la primera luz del universo, generada por el Big-bang hace 13.800 millones de años. Será el primero de una nueva generación de telescopios extremadamente grandes.
Planetas habitables
«El GMT dará inicio a una nueva era en la astronomía. Revelará los primeros objetos que emiten luz, explorará los misterios de la materia y la energía oscura e identificará planetas potencialmente habitables en el vecindario galáctico de la Tierra», explicó Wendy Freedman, presidenta del directorio de la Organización Telescopio Gigante de Magallanes (GMTO) y profesora de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Chicago. Estados Unidos, Chile, Brasil, Australia o Corea son algunos de los socios del proyecto, en el que no están los países europeos, que reservan su gran apuesta para el Telescopio Europeo Extremadamente Grande que, con un espejo de 39 metros de diámetro, será a partir del 2024 la gran ventana mundial al espacio. Pero, de momento, el GMT «otorgará a astrónomos y astrofísicos la oportunidad real de transformar nuestra visión del universo y el lugar que ocupamos allí», según Mathew Colless, vicepresidente del directorio que gestionará la instalación.
ALMA, la mayor ventana que ahora existe para mirar el universo
A la espera de la puesta en funcionamiento de los telescopios extremadamente grandes, el mayor radiotelescopio que existe en la actualidad es el Atacama Large Milimeter Array (ALMA), gestionado también en Chile por el Observatorio Austral Europeo (ESO) con otros socios internacionales, fundamentalmente de Estados Unidos y Japón. La instalación empezó a funcionar en marzo del 2013 y desde entonces ya ha realizado notables descubrimientos que han ayudado a una mejor comprensión del universo.
ALMA es ahora el observatorio más potente que existe para el estudio del universo, pero en longitudes de onda milimétricas y sub-milimétricas, en el límite entre el infrarrojo y las ondas de radio más largas. No se asemeja, en este sentido, a la imagen que muchos tienen de un telescopio gigante. No utiliza los espejos reflectores brillantes de las instalaciones que captan la luz visible y el infrarrojo. En su lugar está compuesto por múltiples antenas. Cada una de ellas, hasta un total de 66, juega el mismo papel que el espejo de un telescopio óptico: captura radiación proveniente de objetos astronómicos distantes y la focaliza en un detector que la mide.
La diferencia entre los dos tipos de telescopios es la longitud de onda de la radiación detectada. La luz visible captada por los ópticos es solo una pequeña fracción del espectro de radiación electromagnética, con longitudes de onda que oscilan aproximadamente entre 380 y 750 nanómetros. ALMA, por el contrario, realizará sondajes del cielo en busca de radiación a longitudes de onda más largas.
En cualquier caso, tanto ALMA como los futuros megatelescopios ópticos no son excluyentes, sino complementarios. En conjunto ofrecerán la mejor visión del cosmos y sus secretos que jamás haya obtenido la humanidad.
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