F. S. / LA VOZ, 16/10/2016
SERGIO BARRENECHEA | EFE |
Es un respiro a escala global. Doscientos países han firmado en Kigali, Ruanda, un acuerdo vinculante para avanzar hacia la eliminación progresiva de los hidrofluorocarbonos (HFC), potentes gases de efecto invernadero que se usan en refrigeradores y en aparatos de aire acondicionado, y que también se emplean en la fabricación de determinados plásticos. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, medió para alcanzar el pacto. Tanto Kerry como Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, recordaron que con esta decisión se combate el calentamiento del planeta, arañándole medio grado en lo que queda de siglo.
Las medidas se aplicarán a diferentes velocidades. Los países desarrollados serán los primeros en implementarlas. Este grupo se ha comprometido a eliminar el 85 % de estos gases antes del 2036. En un segundo pelotón figuran China y países en vías de desarrollo, que comenzarán su transición en el 2024. India y los países del Golfo no comenzarán con la reducción hasta el 2028. La delegación india ha supuesto uno de los grandes escollos en las negociaciones, ya que no aceptaba implementar cambios en las emisiones a corto plazo y exigió un margen más amplio que China. Las negociaciones duraron toda la noche y fue clave el papel de John Kerry para que se alcanzara un acuerdo. Representantes de distintas organizaciones ecologistas han criticado el hecho de que algunos de los países que más emplean el HFC (los chinos encabezan el ránking) hayan logrado una especie de moratoria. Entre las delegaciones de Polinesia, con islas amenazadas por la crecida del nivel del mar que causa el cambio climático, la sensación es agridulce. Reconocen que las condiciones «podrían ser mejores», pero que se trata de un avance, un paso más.
Una enmienda
Es cierto que este pacto es un punto y seguido en la batalla contra el cambio climático, porque se trata de una enmienda al Protocolo de Montreal, que data de 1987. En aquel año la comunidad internacional se unió para detener la producción de clorofluorocarbonos (CFC), principales destructores de la capa de ozono, y prometió sustituirlos por compuestos menos dañinos para el medio ambiente. Paradójicamente, ese fue el origen de los HFC, ya que la industria química desarrolló estos gases sintéticos como alternativa a los CFC. Este compuesto no ataca la capa de ozono, pero se calcula que causa un efecto invernadero de entre 100 y 1.000 veces mayor que las emisiones de dióxido de carbono. Es esta la razón por la que Paula Tejón, portavoz de Greenpeace, señala que el acuerdo suscrito en Kigali solamente tendrá éxito «si la comunidad internacional opta por soluciones de recambio a los HFC que preserven el medio ambiente».
Cuestión de consumo
Las emisiones de este gas se han disparado en los últimos años porque ha subido la demanda de refrigeradores y aparatos de aire acondicionado entre la población de países en vías de desarrollo con climas cálidos en los que se ha incrementado el poder adquisitivo. Grandes empresas como Coca-Cola o el gigante químico Dupont ya se habían comprometido anteriormente a reducir el uso de los HFC en todos sus procesos industriales. Ahora les toca cumplir a los Gobiernos.
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