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martes, 6 de octubre de 2015

Uno de los cuadros malditos del niño llorón busca cómo salir de Ferrol

«No me ha traído mala suerte, pero es hora de dejarlo ir», dice el dueño
B. ABELAIRAS, 06 de octubre de 2015.
CÉSAR TOIMIL
El misterio del cuadro del niño llorón no es nuevo. Hace décadas que sobre las reproducciones en serie de esta obra del pintor italiano Bruno Amadio -que solía firmar como Giovanni Bragolin- pesa una superstición. Cuenta la leyenda que hay poco más de una veintena en el mundo y que traen mala suerte e incendios pavorosos. Carlos Celeiro, un vecino de Ferrol, se encontró con uno hace 18 años en la calle apoyado en un contenedor; se lo llevó a su casa de Recimil y allí lo ha tenido colgado casi dos décadas.
Era casi de la familia hasta que hace unas semanas Iker Jiménez dedicó parte de su programa a hablar de los poderes malignos de esta obra. Desde entonces en casa de los Celeiro el cuadro está «castigado» en una habitación. Quieren deshacerse de la obra, pero no a cualquier precio, porque, de hecho, ya tienen un comprador que les ofrece 2.500 euros. «En Internet hablan de más y no quiero que me engañen», cuenta este vecino de la calle Betanzos que busca un intermediario para la venta y que incluso acudió a un museo de la ciudad para que le ayudasen con la tasación. A pesar de que esta pieza está elaborada con una técnica rara, nadie se atreve a ponerle valor. «Sea lo que sea está muy bien pintado, lo miras y parece que al niño se le están cayendo las lágrimas», cuenta Carlos, que también confiesa que tomó la decisión de venderlo cuando se percató de que su nieto pequeño se quedaba embobado ante la pintura.
Una de las leyendas de el niño que llora es que ante el original el autor hizo un pacto con el diablo; otras hablan de que genera incendios y que todos los bomberos conocen esta obra porque la han visto intacta entre los restos calcinados de edificios; también hay quien dice que si se cuelga junto a su pareja, una pequeña que llora, se acaba con el maleficio.
El dueño de la reproducción que viajó hasta Ferrol asegura que a él no le ha traído desgracia alguna. Todo lo contrario: «Nos ha ido bien y de salud estoy fenomenal: he jugado muchos años en el Canido y ahora aún subo a Chamorro corriendo, pero la verdad es que le hemos cogido un poco de aprensión al cuadro y hay que dejarlo ir».

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