Jan Martínez Ahrens 8 oct 2015
Los sueños de millones de mexicanos caben en 63,35 metros cuadrados. Ese es el espacio que ocupa la denominada Vivienda popular, uno de los proyectos estrella presentados en la Bienal de Arquitectura de Chicago. Son dos habitaciones, un baño, una cocina y un salón-comedor en los que se ha gestado una pequeña gran revolución. La casa sólo cuesta 6.000 euros (unos 120.000 pesos), puede construirse en menos de un mes y permite que la levanten, como un mueble de Ikea, sus propios moradores.
El prototipo, obra de la arquitecta mexicana Tatiana Bilbao, nace de una antigua necesidad. En un país con 120 millones de habitantes, la demografía ha sido un monstruo que durante décadas ha aplastado los sueños de los más débiles. La población ha crecido mucho más rápidamente que el Producto Interior Bruto. El resultado son 53 millones de pobres (11 millones de ellos en precariedad extrema) y un agujero de nueve millones de viviendas. Tantas como dos veces la población de Irlanda. Los intentos del Estado por suplir esta carestía han sido insuficientes. El coste inmobiliario y, agazapado, el beneficio de los constructores, altamente predatorios en México, ha reducido el impacto de las ayudas oficiales y convertido la vivienda digna en un bien casi inalcanzable en las zonas más atrasadas del país, como Chiapas u Oaxaca.
Para superar esta barrera, Tatiana Bilbao ha desarrollado su prototipo. Extremadamente funcional y sostenible, la obra exuda ideología. “La arquitectura se ha alejado de la sociedad y tiene que volver a ser relevante, ejercitar su poder de dar o quitar calidad de vida. El beneficio social debe primar sobre el económico”, explica la autora.
La casa ha sido construida ante los ojos de los organizadores en apenas tres semanas
Galardonada en 2014 con el Premio Global de Arquitectura Sostenible, la creadora es nieta del arquitecto vasco y ministro de la República, Tomás Bilbao. El espíritu de este abuelo, fundador de Acción Nacionalista Vasca y muerto en el exilio, recorre su obra. "Tengo su idea del quehacer social", explica Bilbao, entre cuyos diseños figuran la Casa Ajijic o el Jardín Botánico de Culiacán, dos referencias en la joven arquitectura latinoamericana.
En su último reto, Bilbao partió de la idea de dar calidad de vida a los moradores, pero sin aumentar coste ni simplicidad. Prueba ello, es que el plan de edificación se ha depurado al máximo y en la propia Bienal de Chicago, donde se toma la temperatura a las últimas tendencias mundiales, la casa ha sido construida ante los ojos de los organizadores en apenas tres semanas. “Le hemos incorporado todos elementos menos los inodoros, porque nos dijeron que los podrían emplear los visitantes”, bromea la arquitecta.
Otro elemento de ruptura en la Vivienda popular es el espacio mismo. Los 63,35 metros cuadrados de la casa (versión rural) superan en un 46% la superficie mínima autorizada en México (43 metros) y que, por cuestión de costes, suele ser la habitual en viviendas sociales. Este mayor tamaño mejora la habitabilidad, y con ella, la sensación de hogar. “Los moradores no se lo creen cuando entran”, comenta Bilbao.
El acabado externo, con paredes de colores vivos, incide en este efecto. La construcción puede ser de bloque de adobe o de panel-w (poliestireno con armadura de alambre de acero). A estos materiales se añade en los espacios abiertos el uso, como pared, de pallets industriales de madera. Todo ello se remata con una estructura modular que permite su ampliación sin excesivas dificultades. El resultado, ya probado en una veintena de obras en los estados de Chiapas y Coahuila, son edificaciones de aspecto ligero, cómodo y con una calidad muy superior a la habitual en este tipo de viviendas. Un hogar digno para los más necesitados. Pero también, desde el techo hasta el suelo, un manifiesto contra la pobreza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario