No, no es una impresora 3D y, sobre todo, no tarda ni una cuarta parte de tiempo en hacer su trabajo. Se llama ProtoPiper (un juego de palabras entre prototipo y “pipe”, que es tubo en inglés) y no es más que una pistola con un mecanismo que convierte la cinta de celofán de envolver en tubitos endurecidos y a medida con los que se pueden montar todo tipo de maquetas a escala real.
Un software ideado (también) por el Hasso Plattner Institut de la Universidad de Postdam(Alemania) se encarga de transmitir a la pistola las órdenes en cuanto a longitud (el grosor es fijo) y el remate necesario que debe llevar cada extremo de la barra resultante, para que unas piezas puedan ensamblarse con otras.
La idea pretende servir para hacerse para hacerse una idea ajustada de lo que ocuparán el mobiliario o los objetos de un local, una exposición, una puesta en escena o cualquier otra situación donde realizar maquetas a tamaño real sería inviable por precio y por intendencia.
El mecanismo es realmente sencillo: la cinta parte del primer rollo, en el segundo se le da forma cilíndrica y en las siguientes piezas se sellan los lados de la cinta y se rematan los extremos. Un sistema de calor y enfriado rápido dan la dureza suficiente a la cinta para que resista el peso de la estructura. Eso sí, solo soporta el peso de otras piezas de este material. Es decir, no se podría fabricar la estructura de un verdadero mueble de cocina con ella.
Una estructura en plena construcción.
Por lo pronto, ProtoPiper es un prototipo cuya investigación de materiales se ha publicado con el ánimo de comenzar un proceso de financiación que acabe convirtiéndolo en una herramienta real.
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