LA VOZ, 23 de octubre de 2015.
Toca volver a cambiar la hora y regresar al horario de invierno. Porque hay cosas que se repiten cíclicamente, que vuelven a nuestras vidas sin darnos cuenta cada año. La enésima reposición dePretty Woman, el debate sobre los Presupuestos del Estado o las compras de última hora en Navidad son un ejemplo de ello. Pero si hay algo que todos los años hacemos, y por duplicado, es cambiar la hora de nuestros relojes, y con ellos en cierto modo también nuestras vidas.
Como cada último fin de semana de octubre en España desde 1974 llega el cambio de hora que nos vuelve a situar en el horario de invierno. La madrugada del sabado al domingo toca atrasar los relojes: a las tres serán las dos, y de ese modo quedará deshecho el adelanto llevado a cabo en marzo. Con el nuevo cambio de hora llegan los amaneceres tardíos, los anocheceres precoces, la pérdida de luminosidad y los cambios en el estado de ánimo e incluso de salud.
Los estudios sobre los efectos del cambio de hora en el organismo son casi tan antiguos como el propio atraso de las manecillas de reloj en sí. Los hay que hablan de sensaciones similares al jet-lag, de cambios de ánimo y humor e incluso de trastornos digestivos. Un artículo publicado en el 2008 encontró unnexo de unión entre el cambio de hora y el incremento de infartos de miocardio en los tres días posteriores al cambio.
¿Y qué se puede hacer para minimizar estas alteraciones tan propias de la llegada del horario de invierno? Existen una serie de recomendaciones que ayudarán al cuerpo a no sufrir demasiado con el cambio de hora, empezando por el sueño. Es aconsejable, aunque en algunos sea un hábito difícil de dejar, evitar la siesta en los días previos y posteriores hasta que el cuerpo se ajuste al nuevo ciclo de sueño. Los horarios de comidas y cenas también es recomendable variarlos paulatinamente para que el organismo no sufra, y si además estas pautas se combinan con algún tipo de actividad física el cuerpo conciliará más el sueño y apenas notará variación cuando a las tres de la madrugada del próximo domingo vuelvan a ser las dos.
El cambio de hora se adopta por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, ya que el conflicto, además de terminar con vidas humanas, agotaba el material y los recursos, por lo que el ahorro energético se convirtió en algo prioritario. Con la crisis del petróleo de 1973, muchos países se concienciaron sobre la importancia de ahorrar energía y se acogieron al cambio de hora. A España llegó solo un año después.
Sin embargo, no existen datos concluyentes de que en nuestro país el cambio de hora contribuya notablemente al ahorro energético. Y fuera de España tampoco. Hay estudios realizados en Estados Unidos que incluso apuntan a lo contrario. Un trabajo del año 2008 asegura que con el cambio de hora se incrementa en un 1 % el consumo energético de los hogares, mientras que en otro del 2005 se apunta a que el ahorro energético diario tras el cambio de hora es de un 0,5 %.
¿Qué países cambian la hora?
El cambio de hora en primavera y otoño del 2015 no es algo universal. En el hemisferio norte, Europa (salvo Bielorrusia y la parte europea de Rusia), Estados Unidos, Canadá y México adoptan el horario de invierno prácticamente desde el principio. Junto a ellos, Turquía, Irak, Azerbaiyán, Israel, Palestina, Siria, Líbano, Jordania, Marruecos, Libia y parte del Sahara Occidental. En el hemisferio sur, sin embargo, son minoría los países que cambian la hora: Uruguay, Paraguay, el sur de Brasil, Namibia, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea y casi la mitad de la superficie de Australia.
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