Alfonso Andrade / la voz, 22 de octubre de 2015.
La clave del éxito en la cata es «un buen entrenamiento». ¿Cómo hacen los futbolistas, por ejemplo? «Exactamente -responde el viticultor y bodeguero cambadés Eulogio Pomares, capitán del equipo español-. La cuestión es que nunca vas a acertar un vino que no hayas probado antes, así que hay que entrenarse todo lo posible».
Con esta sencilla receta, la selección española de cata de vino se adjudicó el campeonato mundial celebrado en la localidad francesa de Châteauneuf-du-Pape (Aviñón) el pasado sábado. Está organizada por la revista La Revue du Vin de France. En el combinado nacional, tres gallegos: además del citado Pomares, el sumiller cambadés José Aragunde y el asesor de vinos sarriano Alfonso Torrente.
El reto -por mucho entrenamiento que se le meta a la nariz- era de envergadura: identificar 12 vinos del mundo (6 tintos y 6 blancos) para acertar variedad de la uva, país, región o apelación, nombre del productor y añada. Y por inverosímil que parezca, es posible. «Empezamos muy bien con los blancos -explica Pomares-. Con elsauvignon blanc teníamos muy clara la variedad. Luego, por los matices, por un toque a espárrago verde, supimos que era de Nueva Zelanda y sacamos además la zona de cultivo. Finalmente clavamos también la bodega porque habíamos catado vinos de Te Mata».
Fueron también los únicos que dieron con la clave del monastrellde la zona de Bandol, y eso dolió a los franceses, «que jugaban en casa pero acabaron quintos el torneo cuando habían sido campeones el año pasado». En la cuestión patria, a los gallegos no se les escapó en cambio el tempranillo de Quinta Sardonia, aunque aquí algunos de sus rivales cayeron en la trampa de confundirlo «con el malbec argentino».
Con todo, el éxito no siempre llama a la puerta. Una malvasía de Croacia no la adivinó ninguna de las 21 selecciones participantes, y tampoco sonó la flauta con una variedad blanca de la isla de Santorini que, como parece lógico, «precisaron los griegos pero también los belgas, que tuvieron el acierto de dejar reposar el vino en la copa 45 minutos, y al final se le fue el toque de madera de la barrica y salió la universalidad del lugar, la tierra volcánica». Y con el champán de Bollinger «teníamos escrito el nombre de esta bodega y lo cambiamos al final -lamenta el cambadés-. Estábamos convencidos de que eso nos privaría de la victoria».
Por suerte no fue así y esos puntos no resultaron necesarios. Al final,140 en el marcador de España, por 138 de Bélgica, uno de los favoritos, que ya había sido segunda el año anterior. En tercera posición, los suecos, con 115.
Conseguido el objetivo, el equipo español manifestó su deseo de no participar en el 2016. «Pero nos pusieron delante un caramelo muy dulce: la próxima edición será en Borgoña, y eso es irrenunciable para un catador, así que allí estaremos», avanza Eulogio Pomares. Eso sí, la pelea será a cara de perro: «Los belgas se quedaron muy afectados por la derrota y ya nos dijeron que el año que viene nos ganarán».
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