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viernes, 9 de octubre de 2015

Reloj astronómico de Praga: la capital checa sufre una desgracia cada vez que se para

El reloj astronómico de Praga, prodigioso icono checo y todo un espectáculo, lleva marcando la hora 605 años. 
LA VOZ, 09 de octubre de 2015.
El reloj astronómico de Praga, también conocido como Orloj, marca las nueve. La Muerte da la vuelta a su reloj de arena, los doce apóstoles, que aparecen en las ventanas del reloj, arrancan su habitual procesión y uno de los anillos señala la casa del zodíaco en la que se encuentran el sol y la luna. Abajo, en los adoquines, veintisiete cruces blancas recuerdan a los nobles que fueron ejecutados en 1621 por oponerse al Gobierno de Fernando II. Hay fiesta en la Plaza Vieja de Praga. Hoy se cumplen 605 años del -con permiso de la cerveza pilsen- icono checo por excelencia. 
La salida de los apóstoles se puede ver cada hora desde las nueve de la mañana a las once de la noche. Sin la algarabía que desata el cumpleaños, la escena del reloj astrómico de Praga lleva repiéndose, día tras día, desde hace 400 años. Sin las aspas en el suelo, seis siglos. Durante todo este tiempo, los checos cruzan los dedos cada vez que se adentran en el barrio más antiguo de su capital y se acercan al ayuntamiento de su Ciudad Vieja. En su pared sur, el reloj astronómico de Praga. Cada vez que se para, la ciudad suele sufrir alguna desgracia.
Viven los que dan crédido a esta leyenda con el corazón en un puño, pendientes de un antiquísimo mecanismo que, sin embargo, se encuentra en plena forma. Los engranajes del reloj astronómico de Praga, una auténtica obra maestra encajada entre las dos columnas principales que soportan la torre de la casa consistorial, datan del siglo XV. Plena Edad Media. Sobre sus orígenes planea cierta confusión. La versión oficial achaca el ingenio y la destreza al maestro relojero Nicolás de Kadan. La leyenda, al artesano Hanus Ruze.
Tal fue el interés que suscitó el reloj astronómico de Praga que incluso los mercaderes comenzaron a desviarse de sus rutas habituales, modificándolas con el único objetivo de pasar por la ciudad para contemplar el extraordinario artilugio capaz de marcar la hora, señalar al sol, a la luna, indicar el mes del año en el que vivimos y sacar de paseo a los doce apóstoles.
Las autoridades de la época, al tanto de este brote de atracción por el reloj astrómico de Praga, reclamaron la presencia de Hanus Ruze. Le preguntaron -continúa el mito- si sería capaz de repetir la hazaña. Y el relojero, que se vio fuerte, respondió que sí. El miedo de que pudiese construir una obra de ingeniería similar para algún otro país centroeuropeo se adueñó de la clase social más poderosa de Praga. A continuación, le quemaron los ojos. 
Hanus perdió la vista y quedó incapacitado de por vida. Privado de la oportunidad de admirar una vez más su alabado reloj, solicitó tocarlo por última vez. Su ayudante cumplió su deseo y lo condujo hasta la plaza vieja checa.Cuando el artesano llegó al mecanismo, introdujo en él su mano, destrozando opor completo su compleja maquinaria y maldiciéndola para siempre. Hanus se desangró y murió allí mismo, pero el reloj astronómico de Praga logró sobrevivir al intento de parridicio. Su recuperación no fue rápida ni tampoco sencilla. Y, a partir de entonces, cada vez que se para, una desgracia suele azotar a la ciudad.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el reloj astronómico de Praga se paró coincidiendo con un ataque de las tropas nazis. En el año 2002, dejó de funcionar cuando una grave inundación asoló la ciudad vieja. Otra versión sobre la leyenda del icono checo mantiene que todos aquellos que intentan reparar el reloj, cada vez que se detiene, acaban enloqueciendo o, directamente, mueren. Y luego está la historia que hace referencia a los 27 nobles protestantes ejecutados el 21 de junio de 1621 en la plaza del Ayuntamiento. Reza que sus espíritus vuelven cada año religiosamente al lugar para controlar que todo está en orden. Si algo no va bien, tanto en la ciudad como en el reloj astronómico de Praga, recorren cabizbajos las calles de la Ciudad Vieja. Los checos, al contrario, levantan la cabeza. Contemplan su monumental artilugio. Y se repiten por dentro, que no pare. 
La estructura básica del reloj astronómico de Praga no ha cambiado básicamente desde la Edad Media. Además de los doce apóstoles otra de sus figuras principales es el ángel de piedra. Es una de las esculturas más antiguas del reloj astronómico de Praga. Originalmente fue una escultura policromada gótica con una inscripción en la cinta, que ya no es evidente. El original fue dañado mayo 1945 y tuvo que ser reemplazado.
Otra figura clave del reloj astronómico de Praga es la estatuilla del gallo, que no es móvil y que simboliza la vida. Más abajo está el esqueleto con un reloj de arena como símbolo de la medición de toda la vida. A su lado la figura de Turk, que se representa junto a un laúd, símbolo de la extravagancia y el placer en el sentido de la depravación humana. Al otro lado del reloj astronómico de Pragaestá el hombre vanidoso como símbolo de la vanidad de la humanidad.

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