S. G. Rial / La Voz, 28 de abril de 2016.
El litoral carballés es objeto de frecuentes elogios de quienes lo disfrutan a ras de tierra, pero desde el aire los adjetivos seguramente son mejores. Pocas oportunidades hay, no obstante, para verlo. Una de ellas es viajar en parapente y llevar una cámara especial que recoja grandes imágenes.
Es justo lo que hizo el martes Diego Fernández Somoza, un licenciado en INEF de Lugo que reside en Ferrol, donde es instructor en la escuela Parapentelandia (lleva activa unos 6 o 7 años) del Club de parapente local, adonde acuden aficionados sin vértigo y con ánimo aventurero de toda Galicia.
Diego, junto a un compañero, acudió a Razo al comprobar que las condiciones meteorológicas tenían muy buena pinta. No fueron los únicos: también había practicantes de ala delta. Salieron de la zona sur de la playa, cerca del puerto, desde un terreno particular. No demasiado elevado, pero tampoco hace falta para impulsarse: solo el perfecto manejo del parapente y, por tanto, el aprovechamiento de las condiciones externas, que en este caso es aprovechar la dinámica del viento ascendente tras el choque con los acantilados. La altura se gana poco a poco y, de paso, una atalaya privilegiada, sin el ruido de los paramotores, que llegan más lejos, pero sin tanta paz. Eso, al final, ya depende de gustos e incluso del tipo de áreas sobrevoladas..
La cámara empleada, esférica, es especial. Tanto, que en algunas imágenes da la impresión de volar sin ella. Se trata de un monopod conectado al piloto que transmite una sensación de realismo sobresaliente, aunque el entusiasmo que transmite Diego al describir esta práctica ayuda mucho a hacerse a la idea.
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