R. Romar / la voz, 12 de abril de 2016
«Silencio absoluto, tranquilidad total con vistas espectaculares. Disfrute de la ingravidez». Si todo sale según lo previsto, en menos de una década podrán verse anuncios como este en busca de clientes dispuestos a gozar de una experiencia única: pasar unos días de descanso en un hotel espacial. Si hasta ahora el turismo estelar fue un privilegio exclusivo de multimillonarios que pagaron auténticas fortunas por una plaza en la Estación Espacial Internacional (ISS), algo que ahora ya no es posible, el módulo hinchable Beam, desarrollado por la empresa Bigelow Aerospace para la NASA, puede hacer cambiar el paradigma de los alojamientos en órbita y rediseñar el propio concepto de estación espacial, más allá de los actuales compartimentos rígidos y costosos.
Si las pruebas salen bien, el prototipo expansible dará paso en el futuro al módulo B330, con un volumen presurizado de 330 metros cúbicos, lo que supone una capacidad para seis astronautas en tan solo veinte toneladas de peso. Su reducida masa y el hecho de que antes de ser inflado pueda ser transportado plegado al espacio en una nave constituye la gran ventaja de esta tecnología y el mayor interés tanto por parte de la NASA como de la industria privada. Subir menos carga al espacio supone un ahorro considerable en el coste de las misiones, a lo que hay que añadir que un compartimento flexible ya es de por sí menos caro que uno rígido, lo que en la práctica supondrá el punto de partida para las estaciones espaciales low cost, que no solo se habilitarán con fines científicos, sino también comerciales para llevar a los turistas a un hotel situado a 400 kilómetros por encima de la Tierra. Por ejemplo, el módulo Destiny, uno de los que conforman la ISS, tiene un volumen de 160 metros cúbicos y pesa 15 toneladas, lo que significa que el B330 tendrá más del doble de capacidad con tan solo un aumento del 33 % en el peso.
Magnate hotelero
El proyecto fue encargado por la NASA a la empresa Bigelow Aerospace, creada por el magnate hotelero Robert Bigelow, que ya tiene sus propios planes de cara al futuro. Cree que en poco más de cuatro años será posible habilitar varias estaciones espaciales integradas por módulos hinchables, lo que supondrá el auténtico espaldarazo para el turismo orbital, junto a proyectos como el de la también compañía privada Space X dirigidos a reutilizar los cohetes encargados de poner en órbita las naves, lo que reduce considerablemente el coste de los lanzamientos.
El soporte de las futuras bases humanas en Marte o en la Luna
La primera habitación hinchable del espacio ha sido creada por una empresa privada, pero tanto la idea como el primer desarrollo tecnológico se fraguó en la NASA. Todo partió con el proyecto TransHab, que la agencia norteamericana empezó a preparar en los años 90 para la Estación Espacial Internacional. Pero tuvo que dejarse a un lado por problemas presupuestarios y, años después, fue la propia NASA la que encargó el prototipo a Bigelow Aerospace, que se aprovechó de los avances que habían hecho los ingenieros de la administración. Al margen de su posible uso comercial, los módulos extensibles también pueden suponer ayuda fundamental para la conquista del espacio, ya que podrían utilizarse para habilitar bases humanas en Marte o la Luna.
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