Rodri García, 24 de agosto de 2015.
Alimentaban el alma. Eran aquellas cartas llegadas a veces del otro lado del Atlántico que mantenían vivas las ilusiones y las esperanzas. Solían guardarse en la cocina, metidas en un rincón de la alacena, cerca del pan, el otro alimento diario. Cuando lo había. Ahora apenas quedan cartas y las que llegan son frías, de los bancos o de Tráfico. El pan sigue siendo indispensable y hay sitios en los que te lo llevan a casa. Pan y cartas continúan juntos en esta especie de hórreo. Está en la carretera de Porzomillos, en el ahora fusionado municipio de Oza-Cesuras, y reúne todos los elementos propios de la inventiva gallega.
¿Que sobran unos bloques de piedra y unas cuantas tejas?. Pues para para hacer un mini hórreo ¿Y para cerrarlo? Además de los bloques, lo mejor son unas puertas de la mítica cocina bilbaina. Claro que para las cartas siempre es bueno que tenga una ranura. Pues solucionado: se le hace una ranura en la parte superior. El del pan no lo necesita. Y es que el pan, el rico pan de la zona, pues como si lo metieras en la bilbaína, que el panadero ya sabe: abre, lo deja dentro y servicio solucionado. Cartero y panadero tienen claro donde dejar su mercancía, en ambos casos alimenticia. No hay como tener inventiva.
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