J. L. Á. / colpisa, 31 de agosto de 2015.
El último grito en cementerios son los camposantos verticales, en los que todo es diseño, tecnología y recogimiento. Uno de los últimos ejemplos es el edificio Shinjuku Rurikoin Byakurengedo, en Tokio,solución forzada a la falta de espacio físico en la súper urbe nipona. Con una impresionante y sobrecogedora forma de urna de color dorado, sus formas suaves son obra del arquitecto Kiyoshu Takeyama. Un sofisticado sistema informático desarrollado por Toyota Industries controla todo el recinto.
Aquí no hay entrada libre como en los cementerios tradicionales. En salas repletas de nichos iluminados con luces led, en un ambiente similar al de un moderno bar de copas, los familiares del finado echan mano de una tarjeta electrónica para abrir el compartimento de su ser querido. Localizar a simple vista el lugar donde se encuentra exactamente el nicho es labor casi imposible, dado que todos son iguales y su exterior llevan la misma imagen de Buda. Al abrirse, muestra una pequeña lápida, esta más al estilo tradicional, con una fotografía y el nombre del fallecido. Tras la lápida se guardan los restos.
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