Michael Mcloughlin / colpisa, 31 de agosto de 2015.
Si hay un teléfono que resuma los extintos días de gloria de Nokia es el 3210. Además de su resistente diseño y aquel adictivo juego de la serpiente, muchos suspiran aún al recordar cómo la batería de este terminal duraba varios días. La revolución de los smartphones supuso un cambio de cara en lo más alto del mundial de constructores móviles. Los nuevos protagonistas dieron forma a un ecléctico abanico de nuevas posibilidades, pero también se encontraron nuevos retos. Uno de estos desafíos se ha convertido en el gran talón de Aquiles del gremio: la autonomía de los dispositivos.
El problema es especialmente significativo en los teléfonos inteligentes. Raro es el usuario que, con un uso medio alto, no acabeenchufado a lo largo del día. Los llamados wearables, sobre todo los relojes, también padecen esta anemia energética. Aunque está lejos de tener una solución en firme, ya son varios los pasos dados en esa dirección. El último, una investigación del MIT que ha hallado la manera de crear baterías más seguras y duraderas.
A muchos les sonarán los casos de los móviles que han ardido o que han tenido una pequeña explosión en el bolsillo de su dueño. Estos esporádicos incidentes se deben a algún problema con los electrolitos, un efectivo ingrediente que se encuentra en las pilas que alimentan millones y millones de gadgets. En la mayoría de casos, su estado es líquido. Ahora los autores del estudio, con el que ha colaborado Samsung, han conseguido sustituirlo por electrolitos sólidos, lo que reduce todos estos riesgos. Y han mantenido un ritmo de transmisión de energía lo suficientemente alto como para ser tenido en cuenta.
Además, tras el experimento no se han encontrado marcas de degradación en la batería. Cabe recordar que, cada vez que el usuario carga su dispositivo, la autonomía sufre una pequeña merma. Este logro permitiría crear piezas que, aunque no serían infinitas, podrían expandir su vida útil durante mucho más tiempo. Todo ello con un ahorro de espacio que permite reducir hasta un 20 % el tamaño, un aspecto que condiciona mucho el diseño de terminales.
Otro trabajo del prestigioso centro tecnológico publicado este mismo mes hablaba de una batería con forma de huevo en el que el litio, el material más extendido en su fabricación, era sustituido por nanopartículas de aluminio y titanio. El resultado: tres veces más de capacidad y una receta a base de materias primas más económicas.
Mientras se espera a que todas estas iniciativas cristalicen en algo que se pueda producir a bajo coste para llevarlo al mercado, los fabricantes ya han comenzado a moverse en otras direcciones. Así hemos asistido al nacimiento de las baterías externas para llevar en un bolsillo o en la mochila; a la mejora de los procesadores y otros elementos del teléfono para crear máquinas que cada vez consuman menos, o a la creación de sistemas de carga rápida -solo con diez minutos, teléfonos como el Galaxy S6 o el G4 de LG pueden ofrecer varias horas de uso- o modos de ahorro de energía.
La pantalla es la clave
La pantalla de los terminales es un punto clave. Es el elemento que más energía consume. Con la guerra de la definición, los diferentes fabricantes buscan soluciones para optimizarlas al máximo. En los próximos días es más que probable que llegue al mercado el primer móvil con un panel 4K, el nuevo estándar que multiplica las bondades del Full HD por cuatro. Y obviamente, mover todos estos píxeles también multiplica las necesidades de batería.
Hay otras curiosas iniciativas que han apostado por la tinta electrónica para ahorrar en este aspecto. Es el caso de Yota, una start-up rusa que creó el primer teléfono inteligente del mercado con dos pantallas. La trasera funcionaba de la misma manera que un ebook y permitía ver fotos, leer libros, realizar llamadas o consultar notificaciones fácilmente con una interfaz más sencilla. Algo por lo que también han apostado Swiswoo, que presentará en la IFA de Berlín un modelo similar: o UMI, uno de los miembros de la nueva y exótica generación de fabricantes chinos.
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