Jorge Bravo 01 de agosto de 2015.
Jean Claude Pfammatter, Johnny para los amigos, tiene 67 años y dos pasiones: su coche eléctrico y viajar. Aunque no se plantea una meta concreta, lo suyo es recorrer el mundo en su vehículo biplaza ecológico. Ha pasado por los países bálticos, Singapur, la India... Y su viaje le trae esta vez a Galicia.
Casado con una viguesa, y con su familia instalada en la ciudad olívica, hizo ayer un alto de dos días en el camino para descansar y recargar su vehículo. «Vengo desde Alicante, donde comencé mis vacaciones, subí hacia Badajoz, me metí en Portugal y después llegué a Vigo», explica. Eso sí, «todo por carreteras secundarias, no uso autopistas ni autovías», precisa.
Le gusta saborear el viaje y por eso circula a 50 por hora, para observar los paisajes mientras disfruta de la compañía. Esta mañana atravesará Galicia con destino a Gijón. Desde Asturias continuará hacia Pamplona y, después, directamente a Zúrich, donde reside cuando no recorre el planeta.
En este último tramo, al llegar a la frontera se incorporará a la autopista, «porque esa zona la tengo muy vista», dice. En total, calcula que tardará «entre 10 y 12 días» hasta Suiza, pasando las noches «en hostales o casas rurales», donde aprovecha para recargar el vehículo.
En junio recorrió los países bálticos y lo mismo había hecho antes con Singapur. Como anécdota, recuerda un día que pasó por La Rioja. «Quería probar el vino», aclara. Jean Claude Pfammatter se despistó y no comprobó la aguja que mide la temperatura del motor, «llegó a pasar de 80 grados». En el momento de enchufarlo a la corriente para recargar la batería «se quemó el motor». Afortunadamente, recuerda, «el seguro me recogió sin problemas».
Su pasión nació tras dedicarse 30 años al mundo de la aviación. Su coche es un Twike suizo de 1997. De diseño «futurista», Jean Claude explica que su vehículo pesa «230 kilogramos y alcanza una velocidad máxima de 95 kilómetros por hora». Tiene tres ruedas y faros delanteros.
«Fui un pionero en usarlo todos los días», destaca. «El coche tiene pedales en el puesto del conductor y en el del copiloto», aunque es difícil recargarlo pedaleando por el peso del propio vehículo más el de los ocupantes. Se usan los pedales si sobreviene una emergencia energética, pero nada más.
Allá donde va, es una estrella. «La gente me para para hacerse fotografías con el coche», explica sonriendo, pero también para verlo por dentro.
Recargarlo es la parte más complicada. El vehículo pasó la noche de ayer en un taller mecánico, enchufado a una corriente trifásica de 32 amperios. «Ya lo he visto casi todo», proclama orgulloso al hablar de su aventura.
Un enamorado de la India
Jean Claude confiesa que el país que más le ha gustado es la India, que visitó el año pasado y al que espera volver pronto, así como al continente asiático en general. Fue en la India donde aprovechó para dar charlas coloquio sobre energías renovables, especialmente la solar y la eólica, a los estudiantes de ingeniería, mostrándoles una alternativa al motor de combustión. En este tipo de energías cree Jean Claude que está el futuro. Explica que un buen coche eléctrico «debe pesar menos de dos mil kilos», porque a partir de ahí el consumo de energía es insostenible. No se considera «un verde», sino que opta por esta manera de desplazarse «por puro placer, porque me gusta mucho viajar».
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