J. V. Lado / La Voz, 01 de agosto de 2015.
XESÚS BÚA |
Nadie quiere lanzar las campanas al vuelo y mucho menos el arqueólogo al mando de la restauración que insiste en que «hasta el final no se puede saber», pero las sensaciones son buenas y las esperanzas de que la Pedra de Abalar pueda recuperar su vaivén característico, todas.
Ayer por la tarde, a escasos centímetros de volver a su posición original ya se podía observar alrededor de todo el perímetro la separación que indica que los laterales no están en contacto con la roca madre, una condición indispensable para que abale.
Sin embargo, el trabajo no está ni mucho menos hecho, tal como explica Miguel Ángel López Marcos, el responsable de Terra-Arqueos y director de los restauradores. «La tenemos a punto de caramelo, pero los últimos centímetros son los que más cuestan porque la piedra, además de desplazada, estaba girada sobre sí misma. Por lo tanto tenemos que cambiar muchas veces los puntos de anclaje para ir llevándola a su sitio», detalla el restaurador.
La prueba de la dificultad que entraña esta última fase, se entiende perfectamente al ver los ritmos de avance, que si en los primeros días se medían en decímetros ahora se mueven prácticamente al milímetro. «Por la mañana nos quedaban 12 centímetros más o menos y ahora [a última hora de la tarde] estaremos todavía entre cinco y diez», explicaba López Marcos, que se va a quedar también hoy con su equipo en Muxía, con lo que esperan que durante la mañana puedan continuar el avance, quién sabe si el definitivo.
Para lograr la posición exacta cuentan con fotografías aéreas y con las marcas que ha dejado la estancia de la piedra durante muchos años en el mismo sitio, aunque la decisión final de donde dejarla es poco menos que una cuestión de tacto para dar con la tecla precisa.
Aunque nadie se quiere aventurar respecto a cuál va a ser el resultado, hay incluso más señales positivas, como el hecho de que la mole granítica no presente síntomas de una erosión importante más que la que ya tenía de muchos siglos, una circunstancia que invita a pensar que el punto de apoyo que le da ese equilibrio inestable no estaría desgastado y podría cumplir su función.
En cualquier caso, en estos momentos resulta imposible saber si se se va a mover o no, porque está fijada, y además de manera contundente, por los gatos hidráulicos que la impulsan apoyados en tablones de madera y por las eslingas ancladas a los polipastos con las que los técnicos van determinando los movimientos y la dirección.
Al margen de lo que consigan los operarios de Terra-Arqueos, su presencia en Muxía estos días ya está siendo una atracción en sí misma, porque los visitantes se concentraron por centenares durante toda la semana, especialmente ayer, y los trabajos de recolocación de la piedra, a la vista de todos, son un atractivo más del santuario lítico muxián y del entorno de A Barca.
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