Mónica Torres / la voz, 07 de junio de 2016.
O Val Miñor tiene una nueva galería de arte. Está al aire libre, bajo la autopista. Su autor dice que «parece un Windows Vista». Es Gory, uno de los primeros grafiteros que surgieron en la provincia durante la década de los noventa, cuando el arte urbano era aún visto por algunos como vandalismo.
Antes de acabar el instituto, Gory ya había hecho una primera revista de grafiti y luego dejó Diseño Gráfico en Ourense, a seis meses de acabar el proyecto y obtener el título, «porque en la escuela me dijeron que el grafiti y el diseño no funcionaban bien». No se arrepiente: «Ahora me puedo dedicar a lo que me gusta y no estoy todo el día delante de un ordenador como mis compañeros de clase, trabajo al aire libre y cada día en un lugar diferente».
«As columnas de Vilaza». Así es como llama a su galería al aire libre. «Es el lugar al que voy a practicar, donde estoy tranquilo», explica el artista, que en los últimos cuatro años ha transformado el espacio en una auténtica sala de exposiciones a cielo abierto. Cada columna tiene una obra: está Hulk, una gótica, mascarillas, la monja SorRita o el breaker Turf. Esta última le valió el reconocimiento de Huit Coi Ninetydc, uno de los diseñadores de Osiris, que lleva el mismo breaker como marca.
En esta sala sobre la que pasan a diario cientos de vehículos, está además su obra favorita, que son «las angelitas» del videojuego Dante?s Inferno. No puede cuantificar el número de trabajos de su autoría que ya forman parte de paisajes de Barcelona, Málaga, Canarias, Alemania o Galicia, ni escenarios, porque ha pintado sobre coches, toldos, tableros, paredes o cemento proyectado. «Me gustaría pintar un avión o una iglesia por dentro», deja caer el artista mientras prepara el calendario del verano, «la época de más trabajo porque hay más horas de sol». Su próximo proyecto será en un bar, al que le dedicará dos semanas a razón de cinco o seis horas diarias y, como siempre, «sin plantillas, a caldo». «Aunque malvivo, vivo de mi trabajo, ya no es un hobby», explica. No hay reto que le frene. Tiene muy presente sus orígenes, en Chaín, a poca distancia de su galería de Vilaza. «Mi padre es chapista y pintor de coches, pero a mí solo me daba la lija, nunca me dejaba la pistola. A los 16 años cogí directamente el espray, porque es más rápido que la pistola y cambiar de juego», recuerda. Repasa otras obras y momentos: su ópera prima, que aún está en Ourense, el Quijote en Panxón, ballenas en O Castro, Louis Armstrong, Jimmi Hendrix... Ahora se pone como reto «hacer al menos una gran obra al mes, solo para mí».
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