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sábado, 2 de julio de 2016

¿A que siempre has querido entrar?

Entrar en esta casa es toda una experiencia. En plena fachada de la playa de Riazor, cualquier coruñés la reconoce por fuera. Pero apostamos a que ninguno es capaz de imaginársela por dentro. Ha llegado el momento. Pasen y vean.
Noelia Silvosa / VdG, 02 de julio de 2016.
Ya impresiona antes de entrar. Porque la casa de esta semana no es una casa, es un caserón. Concretamente, es el número 3 de la avenida de la Habana, en A Coruña. Y la primera que se levantó en la hoy exclusiva urbanización de Ciudad Jardín. Mirar a través de cualquiera de sus ventanas es toparse frente a frente con la inmensidad de la playa de Riazor. O con la Torre de Hércules. Casi nada. Por algo es que todo coruñés la reconoce desde fuera. ¡Como para no fijarse! Tan emblemática y, a la vez, tan enigmática. Solo hay una forma de descubrir lo que esconde dentro: Cruzar sus puertas. Y allá vamos. Nos abre la hija de los propietarios, Susana García. «Entrad, que os enseño», dice esta hospitalaria mujer. Lo que nos relata a partir de ahí forma parte de los libros de Historia, de la de España pero, sobre todo, de la de su propia familia.
Marcos Míguez
Uno entra y empieza a faltarle el aliento. Porque tras la breve escalinata inicial, en la que no se adivina apenas nada, aparece el increíble jardín trasero. Y los columpios. Y un mobiliario de época que empieza a llevarte hacia lo que realmente te espera: un viaje a los años veinte. Literalmente, porque la casa es de 1925. Y su restauración fue tan impecable que sus paredes aún rezuman las vidas que han visto pasar. Han sido muchas. 
Como en un palacio
Llegamos a la puerta y se nos abre la boca. Es una reacción instintiva. No, no estamos en un palacio. «Un momento por favor, voy a grabar vídeo», dice el compañero Marcos Míguez. Como para no. Ahí, ante nosotros, un recibidor de película. A la izquierda, un salón de impresión. A la derecha, una habitación reconvertida en comedor que en su momento fue una biblioteca, el espacio preferido del propietario y de su hijo. Empecemos por el principio. ¿Quién se construyó esta casa en la Coruña de los años veinte? Pues Luis Cornide, abogado, político, miembro de la Real Academia Gallega y, cómo olvidarlo, el primer presidente de la historia del Deportivo. Ahí es nada. Ahora vamos al cuándo y al cómo de la compra de esta casa. 
«Mis padres emigran en las vacas flacas y se conocen en Venezuela, en Caracas. Luego retornan con un capital suficiente como para comprarse una buena propiedad, y se pasan mucho tiempo buscando una casa que tuviese algo especial para ellos. Un día recuerdo que paseando por aquí la vieron y decidieron que tenía ese algo», cuenta su hija, que señala que «una vez que la adquieren, entran en contacto con el propietario, una persona superinteresante: Rafael Buch. Es un hombre que vive fuera, en Francia, y les cuenta un poco la historia. Les dice que la construyó su padrastro, que fue Luis Cornide».
Así es como empieza el concepto de la urbanización: «Este hombre decide en un momento determinado que quiere promover las viviendas unifamiliares con jardín, y se crea un consorcio de la Ciudad Jardín. Esta es la primera casa, él la diseña, hace unos planos con Losada -arquitecto que dirigió el proyecto- y desde el principio la idea está clara: él va a vivir aquí. Tristemente, hace un viaje a Madrid y lo coge la Guerra Civil. Por azares del destino que Rafael no me explica, le tildan de rojo y se produce una expropiación. Lo encarcelan y creo que es condenado varios años, pero él fallece y esto pasa a la Falange. Entonces se convierte en una casa de señoritas. De hecho, llegamos y las paredes eran grises y negras. La torreta de arriba era una clase de música y las paredes tenían incrustados escudos falangistas de bronce. En el balcón superior nos encontramos clavados mástiles de banderas. Rafael recuerda en su memoria que Franco se asomó a ese balcón», relata Susana.
¡Seis millones de euros! 
 A día de hoy, la casa es espléndida y casi idéntica a la concebida por Cornide en 1925. Resultado de una concienzuda restauración de varios años, con el trabajo de canteranos incluido, puede decirse que es historia viva de la ciudad. Tres plantas, dos subplantas -con lavandería y garaje- dos terrazas, una azotea con torreta y una galería preciosa con vistas privilegiadas son algunos de los encantos de esta casa comprada en 1986 por diez millones de pesetas, con una superficie de 822 metros y 80 centímetros. Hace poco, una mujer llamó al timbre para ofrecerles a los propietarios seis millones de euros por ella. Pero no está en venta.

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