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viernes, 15 de julio de 2016

Carrilanas de alta gama en Esteiro

La reproducción de un Bugatti A-57 del año 1926 será el vehículo estrella del Gran Prix que este fin de semana tendrá lugar en el descenso de O Maio
J. M. Sande, 15 de julio de 2016. 
Carrilana y automóvil tienen poco en común, pero parecidos razonables. Comparten ruedas, chasis y volante, y, con un poco de imaginación, cierta evolución, pues pasaron de ser cacharros a atractivos vehículos, como, en el caso de las carrilanas, se podrá comprobar en Esteiro, que este fin de semana será escenario de la vigésimo novena edición del Gran Prix de Carrilanas en el que descenderán por la cuesta de O Maio decenas de artefactos, entre ellos un Bugatti, serie A-57, correspondiente a un modelo de 1926, y que ha fabricado Toño Mosquera, un asiduo de la estrafalaria competición.
El nivel de realismo del Bugatti es tal que uno se puede imaginar que cuando Mosquera acabó su obra emuló a Miguel Ángel con su Moisés y exclamó: «¡Ruge!», pero ahí se quedó, con el motor apagado, como silente la escultura, para ser admirados por el público.
Muros, especialmente la parroquia de Esteiro, puede considerarse la capital de la carrilana porque en este municipio aquella afición típica de Galicia de hacer artilugios con rodamientos de camiones y otro tipo de ruedas, y cuatro tablas a modo de chasis, para lanzarse cuestas abajo, ha evolucionado hasta alcanzar un nivel admirable.
Nace la afición
Uno de los promotores de esta afición fue un vecino de Abelleira apodado Carballeira, que para entretener a los jóvenes muradanos organizó las primeras competiciones, con carreras desde la iglesia hasta la carretera general. El interés y expectación que despertó hizo que la Esteirana iniciase una prueba similar en Esteiro: el Gran Prix de Carrilanas. A partir de entonces, todo ha ido mejorando a nivel competitivo, pero también de vehículos, que ganaron velocidad y, lo más importante, seguridad.
El primer paso por la estética lo dio el ebanista Gerente, un fijo en las carreras, con sus singulares carrilanas esculpidas en madera. A semejanza suya, aparecieron nuevos constructores de estos singulares vehículos, que modelaban imágenes de diversos elementos, o hacían reproducciones de coches antiguos.
Toño Mosquera ha sido el último en dar un paso más en el aspecto cualitativo. Es un asiduo en la competición y ya creó alguna carrilana, pero se había propuesto construir a escala un artilugio reconocible, respetando las condiciones y normas de la competición.
Mosquera pensó en la marca Bugatti, y aunque no llegó a ver el A-57 en vivo, a través de múltiples visitas a Internet fue acumulando detalles para que su obra fuese lo más exacta posible a la realidad.
Después de muchas horas de trabajo, que él calcula sobre cuatrocientas, y cerca de mil euros en gastos, logró la carrilana que este fin de semana seguro que será uno de los vehículos más admirados de los cerca de 70 que se darán cita en el Gran Prix de Esteiro. Mosquera descarta competir en la prueba de velocidad, reservada para los veinte vehículos que sean más rápidos en los entrenamientos del sábado. Él se inscribirá en la tanda de carrilanas lentas. En compañía de un amigo, recorrerá el trayecto del certamen con la ilusión de disfrutar de la fiesta, colaborar con la organización de la Esteirana de Carrilanas y mostrar a los asistentes que siempre es posible innovar para garantizar que esta fiesta, ya de interés gallego, no decaiga y cada año se supere hasta alcanzar el galardón de Fiesta de Interés Nacional.

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