Sandra López Letón, 13 may 2016
Cubierta ajardinada en una vivienda de Barcelona, diseñada por Pich-Aguilera. Jordi Bernadó |
Stuttgart, Copenhague, París, Ciudad de México, Buenos Aires, Barcelona o Madrid son una pequeña muestra de las ciudades que, en mayor o menor medida, han apostado por las cubiertas verdes. La construcción de techos ajardinados en los edificios empezó siendo una quimera pero ahora va camino de ser un hecho común en algunas ciudades españolas. España ha empezado tarde pero bien: en Boadilla del Monte (Madrid) se ha construido una de las cubiertas ecológicas más importantes del mundo, la de la Ciudad Financiera del Banco Santander, con 100.000 metros cuadrados. "El Siglo XXI será verde o no será", dice rotundo Andreu Massoni, presidente de la Asociación Española de Cubiertas Verdes (Aescuve), nacida hace cuatro años para promocionar cubiertas y fachadas verdes para mejorar la sostenibilidad de los inmuebles.
Las cubiertas ajardinadas contrarrestan la pérdida constante y continua de espacios naturales en las ciudades y dan un uso a millones de metros cuadrados desaprovechados. Los beneficios que aportan al medio ambiente y a los propietarios de la finca son innegables. "Cumplen la función de aislamiento térmico [la cubierta no supera los 35 grados en verano], alargan la vida de la impermeabilización, retienen gran parte del agua de las precipitaciones, minimizan la contaminación atmosférica y acústica, y reducen el efecto isla de calor", enumera Massoni. Hace hincapié en que una ciudad como Stuttgart (Alemania) ha logrado bajar de dos a tres grados la temperatura con el consiguiente "ahorro brutal". Claro que en algunas urbes del país alemán a los propietarios se les hace un descuento en la factura del agua —porque el 50% se la lluvia que cae queda en las cubiertas y pueden hacer tuberías más pequeñas—. En otras, a los promotores se les gratifica con 50 metros cuadrados de edificación.
Además, estos tejados "provocan un efecto toldo que reduce el gasto en climatización hasta en un 30%, además de absorber las ondas sonoras reduciendo considerablemente el ruido medioambiental", explican en Danosa. La firma calcula que este elemento puede revalorizar un inmueble hasta en un 12%.
Casi todas las cubiertas se pueden ajardinar, incluyendo aquellas con zonas de sombra, con baja capacidad de carga, las de edificios altos o con acceso limitado. Y se puede tener una cubierta verde con hasta 45 grados de pendiente. La cobertura de vegetación puede ser total o parcial. Además, los sistemas existentes permiten alternar espacios con vegetación y zonas pavimentadas, de descanso, con mobiliario, pérgolas o huerto.
Ahora bien, siempre requieren ingeniería especializada, un buen diseño y el estudio previo de un técnico. "Desgraciadamente abundan ejemplos tanto de mala elección de materiales como de deficientes soluciones técnicas aplicadas en los edificios con el consecuente fracaso, explica el presidente de Aescuve.
Las cubiertas verdes se pueden instalar en edificios antiguos. "Solamente hay que encargar un estudio técnico para que se dictamine si la vivienda puede o no soportar ese este tipo de cubiertas", indican en el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas de España (CGCAFE). Recuerdan que es necesario el voto favorable de las tres quintas partes de los vecinos para su instalación. Las comunidades de propietarios que más se interesan por estas cuestiones son las que tienen propietarios que no superan los 40 años.
Con la tecnología actual se han desarrollado sistemas de cubiertas verdes que intentan imitar la naturaleza mediante un mecanismo constructivo multicapa, en el que cada capa satisface una necesidad que tiene la planta y todo el sistema. La elección de la impermeabilización es clave. "Si se hace bien la cubierta puede durar hasta 10 veces más", indica Massoni. Además el material debe ser antirraíces para evitar goteras.
La forma más sencilla de convertir una cubierta en ecológica es optar por una extensiva o ligera, esto es, implantada en un sustrato poco profundo y con contenido bajo en nutrientes. Incluye una vegetación con poco mantenimiento. El coste está entre 75 y 90 euros por metro cuadrado (incluye impermeabilización, sistema drenante, sustrato, vegetación y riego), explican en Aescuve. "La rehabilitación de las cubiertas para convertirlas en entornos visibles puede costar a la comunidad apenas 30.000 euros", según estimaciones de Danosa, especialista en sistemas integrales para la construcción sostenible. La vegetación empleada son las plantas crasas (la gran mayoría del género Sedum). La nueva cubierta puede alcanzar un sobrepeso de entre 120 y 225 kilos por metro cuadrado.
Más compleja y laboriosa es la cubierta intensiva, lo más parecido a un jardín. Están diseñadas para uso recreativo y se pueden instalar elementos como iluminación, láminas de agua, cascadas, caminos para personas, pérgolas, juegos infantiles, pavimentos, mobiliario o vegetación de porte elevado (árboles, palmeras, etcétera). En este caso, el precio parte de 150 euros por metro cuadrado y el peso de la cubierta aumenta en 650 kilos por metro.
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