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lunes, 16 de mayo de 2016

Las máscaras de hipoxia, ¿fantasía o realidad?

Su uso se ha popularizado, pero los expertos dudan de que sean efectivas
VdG, 16 de mayo de 2016.
Máscaras de hipoxia
En los últimos años su utilización se ha extendido. Sobre todo, la utilizan para los entrenamientos en deportes de combate. Pero los expertos dudan de que las máscaras que tratan de simular los beneficios de la preparación en altura, en condiciones donde el nivel de oxígeno en el aire desciende, sean realmente efectivas. Consideran que es complicado que con su uso durante unas horas se produzcan en el organismo los cambios fisiológicos que suceden cuando está sometido durante dos o tres semanas a condiciones de hipoxia -el término técnico para definir la falta de oxígeno-. Es decir, aunque todavía no hay una bibliografía extensa sobre estos artilugios que se ponen en la boca para disminuir el flujo de aire que accede a los pulmones, parece difícil que aumente la capacidad pulmonar o incentive la producción de glóbulos rojos, a través de la segregación de Eritropoyetina, lo que facilitaría el transporte del oxígeno por el torrente sanguíneo hacia las células musculares. Dos de las grandes efectos de ejercitarse en centros de alto rendimiento por encima de los mil metros sobre el nivel del mar.
«Cada cuerpo es un mundo, pero en principio para que un deportista consiga incrementar el rendimiento al permanecer en altitud debe pasar al menos 15 días bajo estas condiciones», comenta Fernando Zarzosa, uno de los entrenadores del grupo de natación del Centro Galego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. «Esto incluye también las horas en las que no se está entrenando, por ejemplo, mientras uno está durmiendo, que son muchas horas durante cada día. Incluso nadadoras como Mireia Belmonte han utilizado cámaras de hipoxia para dormir cuando no hacen ciclos de preparación en altura y éstas sí han demostrado que son eficaces. Por eso, sin conocer en detalle estudios sobre estos aparatos, entiendo que es complejo que sólo con ponerse una máscara a lo largo de las sesiones de entrenamiento, se consiga algo similar a vivir en altitud».
En este mismo sentido se pronuncia el Fernando Huelin, médico, entre otros, de deportistas como David Cal o Javier Gómez Noya. «Tampoco he estudiado el tema en profundidad, pero lo que se produce en altura es algo singular, que no tiene que ver con la reducción de la entrada de aire al cuerpo. El flujo es el mismo, sólo que la cantidad de oxígeno disminuye y eso es lo que desencadena todas las reacciones en el organismo del deportista. No consigo visualizar cómo limitando durante unas horas la entrada de aire a través de una máscara se liberaría una reacción parecida a la de estar en altitud», comenta.
«Hay que darse cuenta de que los efectos del entrenamiento en altura son reversibles. Es decir, cuando el deportista regresa al nivel del mar y lleva dos o tres semanas entrenando, sus parámetros fisiológicos suelen regresar a los que tenía antes de realizar ese stage de preparación. El cuerpo se adapta, reacciona, pero necesita un tiempo para que esos cambios se produzcan. ¿Cuánto habría que entrenar con esta máscara para conseguir un incremento razonable en el rendimiento?», concluye el preparador personal y Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte Diego Bouza, quien, de todos modos, agrega: «Entiendo que, si bien, no pueden provocar adaptaciones reales fisiológicamente sin un protocolo evidenciado, sí pueden ayudar a generar nuevos estímulos y situaciones de entrenamiento que tendrían que ser estudiadas en profundidad para poder tomarlas en cuenta».
En lo que también se ponen de acuerdo los especialistas es en que este tipo de entrenamientos entraña riesgos, no todo el mundo está capacitado para realizar sesiones con una máscara obturando las vías respiratorias. «Los atajos son siempre muy peligrosos», comenta Fernando Huelin, quien añade: «puede desembocar en una hipertensión pulmonar. A la gente siempre le digo lo mismo, no hay mejor receta que un buen plan de entrenamiento elaborado por un profesional». «Hasta donde yo sé, los efectos que puede provocar entrenar con la máscara parecen realmente poco perceptibles sobre el rendimiento», recalca Fernando Zarzosa.

Entrenamientos sin calidad

Por otro lado, si bien puede ayudar en el plano mental a superar barreras, a acostumbrarse a situaciones de una fatiga extrema, este elemento puede afectar también a la calidad de los entrenamientos. Ya que si el deportista no recibe el aporte de aire necesario para alcanzar sus máximas capacidades, no conseguirá llegar hasta el punto de forma deseado. En realidad, esto también sucede con el entrenamiento en altura, que se debe realizar en fases determinadas de la temporada y regulando con mimo los esfuerzos. De lo contrario, puede resultar contraproducente.

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