LA VOZ, 27/11/2016
FABRICE COFFRINI |
El desastre de la central nuclear de Fukushima, en Japón, tras el tsunami del 2011 abrió un debate global sobre el uso de la energía nuclear. Países como Alemania ya marcaron entonces una fecha límite para echar el candado a sus plantas. La fecha era el 2022 y para lograrlo los alemanes comenzaron a apurar iniciativas de apoyo a las energías renovables. Suiza podría seguir a partir de mañana los mismos pasos de sus vecinos del norte. Y es que los suizos están hoy convocados a las urnas para votar por la permanencia, o no, de las cinco centrales que permanecen abiertas. La cuestión es que un 40 % de la energía eléctrica que consume el país procede de esas plantas. La iniciativa que se vota hoy es una demanda de los grupos ecologistas. Lo que piden es que la última de estas centrales esté cerrada en el horizonte del 2029.
El Gobierno suizo no tiene en sus planes de energía el cierre a corto plazo de las centrales. La idea es que estas puedan estar abiertas hasta que ya no tegan una vida útil. La cuestión es que aún no estarían preparados para cubrir la demanda con renovables como la eólica o la biomasa.
El modelo de referendos en el que se basa la política Suiza obliga a someter a juicio de sus habitantes cualquier cuestión que los afecte de forma directa. De ahí que en caso de que los suizos aprueben hoy la clausura de sus centrales nucleares, sus autoridades estarían en un brete. Porque, para poder cumplir con la propuesta de los ecologistas, deberían de importar una mayor cantidad de electricidad, dado que no tendrían bastante con las renovables para el horizonte marcado.
Por otra parte, el cierre anticipado de las plantas podría tener fuertes consecuencias en el importe de los impuestos que pagan lo suizos. La razón es que la Administración podría repercutir en ellos la indemnización que hipotéticamente tendrían que abonar a los operadores en caso de tener que cerrar las centrales nucleares de forma paulatina de aquí al año 2029.
No hay comentarios:
Publicar un comentario