Marisol Guisasola / Mujer Hoy, 10 nov 2016
Un estudio financiado por el gobierno chino vuelve a confirmarnos que respirar aire contaminado engorda. Realizado con ratas preñadas -lo que ayuda a entender mejor los efectos de la contaminación en embarazadas y neonatos- los expertos dividieron a las ratas en dos grupos y las alimentaron exactamente con la misma dieta, pero permitieron que uno de los grupos respirara el aire contaminado de Pekín. Mientras tanto, las ratas del otro grupo respiraban aire filtrado, libre de la mayoría de partículas contaminantes.
¿Resultado? Las ratas que respiraron el aire contaminado acabaron con sus hígados y pulmones inflamados al cabo de solo 19 días. Aún más: sus niveles de colesterol LDL aumentaron en un 50 por ciento; los de triglicéridos, en un 46 por ciento, y los de colesterol total, en un 97 por ciento!! Esos efectos no se vieron en las ratas que respiraron aire filtrado. Incluso después de parir a sus crías, las ratas que habían respirado el aire contaminado tenían más grasa corporal que las otras. Los mismos efectos se vieron en las crías, que permanecían en los mismos espacios que sus madres
Aunque con el paso de las semanas, los efectos de la contaminación disminuyeron en parte -lo cual sugiere que es necesaria una exposición continua al aire contaminado para producir los trastornos citados- este trabajo vuelve revelar que la contaminación atmosférica produce estrés oxidativo e inflamación crónica. ¡No es un efecto banal ni muchísimo menos! Además de con exceso de grasa corporal, este tipo de inflamación silenciosa y sistémica (que afecta a todo el organismo) está asociada con envejecimiento prematuro, cáncer, artritis, enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2… ¡y hasta ciertos tipos de alopecia!
“Nuestro trabajo aporta nuevas pruebas de que el aire contaminado es un claro factor de riesgo para desarrollar obesidad y otras enfermedades metabólicas”, declara Junfeng “Jim” Zhang, autor senior del trabajo. “Si se corroboran estos hallazgos en humanos, se confirmará aún más la urgencia que tiene reducir la contaminación ambiental. ¡Ahí están los costes humanos y sanitarios de la obesidad y de tantas otras enfermedades asociadas a la creciente contaminación del aire en este mundo ‘desarrollado’ en el que vivimos!”. añade.
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