Rita Álvarez Tudela / e. la voz, 10 de febrero de 2016.
Dos músicos tan dispares como Jimi Hendrix y George Friedrich Händel vivieron, en siglos diferentes, en casas colindantes en el barrio londinense de Mayfair. En sus países de origen eran una aguja en un pajar, pero en la capital británica encontraron su hueco y lograron hacerse imprescindibles para la historia de la música. Ahora, sus seguidores tienen la oportunidad única de ver las casas de ambos. Desde hoy abre el tercer piso del número 23 en Brook Street, el hogar de Hendrix y su compañera Kathy Etchingham en 1968 y 1969. Fueron los años de su mayor esplendor creativo y a tan solo un bloque del que ocupó Händel, que ya estaba abierto para los visitantes.
A su llegada a Londres, Hendrix vivía en otra casa, pero no dejaba de tocar y sus vecinos protestaron tanto por el ruido que terminaron echándolos. Kathy dispuso de unos días para buscar un nuevo apartamento mientras Hendrix estaba de viaje en Estados Unidos. Finalmente encontró uno al lado de donde vivió el músico alemán y que se ajustaba a su presupuesto. Les costaba apenas 30 libras a la semana y estaba en la zona de muchos locales en los que Hendrix solía tocar, por lo que era cómodo para ir a ellos a pie. Lo mejor es que a los lados solo había negocios y ningún vecino que se cansase. El modesto apartamento no tenía calefacción, pero no resultó un problema: hacía que pasasen la mayor parte del tiempo en su salón-habitación, al calor de una estufa. Además, eran meses en los que Hendrix no paraba de dar conciertos en pequeñas localidades de toda Inglaterra, durmiendo en una furgoneta.
Los visitantes pueden ahora ver esa habitación, la joya de la casa, donde no faltan teléfonos en el suelo, un mantón de manila colgado sobre la cama, varias botellas de vino Mateus Rosé y alguna taza de té. Sin embargo, no se puede subir a la segunda planta, donde estaban el baño y la cocina, ya que las estrechas escaleras que daban acceso están en un estado que pondrían en riesgo la seguridad de los visitantes.
Frente a la austeridad de Hendrix, sorprende el estilo de la vivienda de Händel, por la que pagaba 60 libras al año en 1727, cuando empezó a vivir en ella de alquiler, pues al ser ciudadano extranjero no le era permitida la compra. De hecho, su nombre en alemán daba más de un quebradero de cabeza a los inspectores encargados de sus papeles, dando lugar a muchas interpretaciones en la escritura.
Tres sirvientes
Händel fue uno de los primeros artistas de la época que se pudo permitir vivir solo. No se le conoce pareja estable o descendencia, pero sí que tuvo hasta tres sirvientes en casa, en la que destaca la sala en la que se cree que compuso la mayoría de sus 44 óperas. Martin Wyatt, director del museo del compositor, subraya la existencia de testimonios de la época que apuntan a que en la pequeña sala llegaron a ensayar 30 músicos, que pasaban mucho calor pese a abrir las dos ventanas. Ahora, en las paredes hay retratos de varios de esos músicos y también los instrumentos que tocaban. Mientras, la habitación de Händel destaca por una cama con dosel donde no podía faltar un orinal de madera. En ella el compositor bebía chocolate caliente con Oporto, mientras un cuadro recuerda los jardines de Vauxhall, donde hubo una escultura suya a tamaño natural, un privilegio que en la época estaba reservado a militares y reyes.
En las fachadas de los edificios, dos placas redondas azules recuerdan a los ilustres inquilinos. La de Händel fue una de las primeras 16 que se aprobaron en 1868, mientras que la de Hendrix fue puesta en 1991.
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