Desplome en As Catedrais de Razo

La caída del arco sobre uno de los farallones acaba con una imagen ya característica

S. G. Rial, P. Blanco / La Voz, 19 de febrero de 2016.

SANTIAGO GARRIDO

El litoral carballés ha perdido, en parte, una de sus imágenes más simbólicas. Una parte de As Catedrais de Razo, nombre con el que se identificó la zona por el parecido relativo (aunque en pequeño) con las de Ribadeo, se ha venido abajo. A Percebeira no tiene ya la apariencia que tenía y que tanto interés había despertado, puesto que se ha desplomado el arco que le confería esa estética tan característica y que, además, servía como especie de puente y carreiro para acceder a un entorno de vistas excelentes. Ahora, esa zona de mirador se ha quedado convertida en una especie de isla, sin acceso. El material desplomado, a mayores, ha caído justamente en uno de los farallones que le conferían esa imagen similar a As Catedrais y que, por efecto del peso que le sobrevino encima, también ha roto. 

Según algunos de los pescadores habituales de la zona, el desprendimiento ocurrió hace unos días, quizás ya la semana pasada. La debilidad del propio arco, las abundantes lluvias que afectaron a la comarca, las propias escorrentías y el fuerte batir de las olas, sobre todo en jornadas de temporal de mar, acabaron por hacer sucumbir algo que ya se había convertido en un emblema de Carballo, un municipio que en los últimos tiempos viene promocionando con intensidad su mar y su litoral. Lo positivo, dentro de lo que cabe, es que el desprendimiento no pilló a nadie allí cuando ocurrió (los visitantes llegaban a cruzar el arco).

A Percebeira, en Razo, había ganado en fama de una época a esta parte. Aunque todavía no era fuente de visitas masivas, esta zona, ya cerca de Santa Mariña, con sus grandes rocas erguidas, sí resultaba todo un atractivo. No obstante, y pese a este desplome, todavía lo sigue siendo, ya que el paisaje es mucho mayor que el arco caído. El arreglo y ensanchamiento de la pista que llega a ese entorno facilitó la llegada de curiosos a un territorio al que, hasta hace unos años, ni siquiera podían acercarse los carros.