Desde hace dos años la pareja vivía con su hijo pequeño en una casa de 600 metros situada en la Gran Vía de Vigo
Alejandro Martínez / La Voz, 04 de agosto de 2016.
M.MORALEJO |
De vivir en una mansión en la Gran Vía de Vigo que estaba abandonada han pasado a un piso más modesto por el que su benefactor paga 450 euros mensuales. Debido a sus bajos ingresos, habitualmente reciben ayuda alimentaria de la oenegé viguesa Afán.
Adrián y Gloria son dos jóvenes de Vigo que viven gratis de alquiler en un piso del centro de la ciudad. Lo paga el dueño de la vivienda en la que hasta hace unos meses residían como okupas. La pareja, que tiene un niño de 3 años, aceptó marcharse voluntariamente de la vivienda después de que el nuevo comprador del inmueble les ofreciera sufragar los gastos de un nuevo techo por un período de seis meses. Ambos no se lo pensaron dos veces y abandonaron un chalé de más de 600 metros cuadrados donde se habían metido a vivir hacía dos años en plena Gran Vía. Tuvieron que firmar un documento por el que se comprometían a abandonar el inmueble en el momento de recibir las llaves de su nueva vivienda. Atrás dejaron una mansión de lujo que llevaba una década abandonada en una de las mejores zonas de la ciudad. Cualquier persona con recursos hubiera pagado mucho dinero por alquilar este inmueble histórico, donde hace años hubo una cervecería que cerró por la crisis.
La pareja valora el gesto realizado por el nuevo propietario del inmueble, pero son conscientes de que tampoco estaba exento de interés por su parte. «A él le salió redonda la jugada. A efectos legales, si nosotros hubiéramos decidido quedarnos, solo los trámites judiciales para desahuciarnos le llevarían dos años como mínimo», explicaba Adrián a la salida de la sede de la oenegé Afán, donde recibieron ayuda alimentaria para todo el mes. Posiblemente también le habría salido más caro emprender medidas judiciales para lograr su objetivo de dejar libre la vivienda. Gloria y Adrián creen que su benefactor ya ni siquiera es el dueño de la casa, puesto que tienen noticias de que la habría vendido poco después, por lo que no descartan que esté pagando el alquiler con beneficios obtenidos en la transacción.
Tiempo limitado
Son conscientes de que el alojamiento gratuito que ahora disfrutan lo es por un tiempo limitado. A la vuelta del verano, si quieren seguir viviendo en el mismo lugar, tendrán que pagárselo de su propio bolsillo. Entonces las cuentas no les saldrán, puesto que ambos perciben una ayuda social de emergencia de alrededor de 500 euros. Con esos ingresos, difícilmente podrán seguir abonando los 450 euros mensuales que cada mes aporta su benefactor. Adrián reconocía que no les va a quedar otra opción que volver a ser okupas. «Tal y como se ve esto, no nos va a quedar otra opción, no solo porque no hay trabajo, sino porque con nuestros ingresos, por muy barato que nos salga un alquiler, no vamos a poder satisfacer otras necesidades básicas», afirma. Ambos han solicitado un alquiler social, de manera que puedan hacer frente al pago de unas rentas que sean adecuadas a su nivel de ingresos. Sin embargo, no han recibido respuesta por parte de la Administración, lamentaba Gloria. Creen que más pronto que tarde tendrán que seleccionar un piso vacío en la ciudad, dar una patada en la puerta y acceder así a una vivienda en la que poder criar a su hijo.
El movimiento okupa es un fenómeno que crece en Vigo, al igual que en otras grandes urbes. Los okupas conforman un grupo muy heterogéneo. Gente enferma y solitaria, drogodependientes, pero también familias como Gloria y Adrián, con formación y una experiencia laboral anterior, pero que se han visto abocados a esta forma de vida. A todos les une una falta de recursos para comprar una casa o vivir de alquiler, al quedar sin empleo o no haber sabido o querido aprovechar otras oportunidades de alojamiento. El pasado lunes falleció en Vigo un indigente que vivía como okupa en un edificio abandonado.
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