Antonio Garrido / la Voz, 26/08/2016
Una espectacular persecución que discurrió incluso por los tejados de un par de edificios acabó con muchos vecinos preocupados y con temor a regresar a sus domicilios. Todo empezó alrededor de las ocho de la tarde y concluyó cerca de las once de la noche. Una patrulla policial acudió al domicilio de una persona que había sido reclamada por un juzgado. El hombre, viejo conocido de las fuerzas de seguridad y de los vecinos de la zona, consiguió zafarse de los agentes y huyó a la carrera desde las inmediaciones del parque Celso Emilio Ferreiro hacia la calle Farina Ferreño.
Allí lanzó una patada con la que abrió el portal del número 22 y escapó escaleras arriba. Llegó hasta la azotea del edificio pero no se quedó ahí y consiguió saltar al tejado del que está al lado. Fue cuando comenzó a lanzar tejas a los agentes que enseguida pidieron refuerzos. Llegaron más efectivos tanto de la Policía Nacional como de la Policía Local y también del servicio de Emergencias y Protección Civil, que procedieron a cortar el tráfico de vehículos en la zona. Entre tanto, el hombre pasaba de azotea a azotea y se paseaba sobre las tejas con una gran facilidad e incluso haciendo algún gesto con el que parecía vanagloriarse de su hazaña.
Abajo, atónitos, comenzaron a acumularse cientos de curiosos que se preguntaban qué estaba sucediendo por encima de sus cabezas. En plena carretera un individuo que decía ser el hermano del huido mostraba a voz en grito su nerviosismo ante la posibilidad de que todo acabara de la peor manera. No fue así.
De repente, el dispositivo policial se levantó para sorpresa de los presentes. La falta de información a los inquilinos de los edificios por cuyas azoteas había campado el individuo provocó una mezcla de estupor y preocupación.
«No sé si sigue en el tejado o si lo cogieron», afirmaba, nerviosa, una mujer. Otro de los vecinos se dirigió directamente a la comisaría de Policía para que allí le explicaran qué tenía que hacer. «¿Cómo voy a estar tranquilo si no sé si la puerta de los trasteros está rota o no?», se preguntaba, tan nervioso que dudó incluso si subir a su casa para coger su teléfono.
Los destrozos que el aprendiz de Spiderman causó tanto en los tejados, con sus pisadas y con las tejas que lanzó a sus perseguidores, como en los trasteros eran el otro punto sobre el que giraban las conversaciones de los afectados que, poco a poco, fueron regresando a sus domicilios.
La sorpresa llegó cuando eran cerca de las once de la noche. De repente, un estruendo. El fugitivo lanzó una enorme maceta contra un portal y salió huyendo. Lo hizo sin mayores problemas porque ya hacía mucho tiempo que no había Policía en el lugar para indignación de los vecinos de la zona.
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