Javier Morás, R. D. / LA VOZ 22/08/2016
El fenómeno de los pokémon sigue firme y no solo ha supuesto algo más que una burbuja financiera en el mercado bursátil para Nintendo, sino que también ha tenido sus consecuencias para otras empresas, la mayoría de la hostelería. Algunos establecimientos de A Coruña, como Breen’s Tabern, aprovechan ser una pokeparada para que sus clientes puedan atrapar a sus criaturas favoritas, fidelizándolos. Otros, como La Atalaya, viven la fiebre pokémon en primera persona día tras día. Lugares muy diferenciados que guardan en común la forma de afrontar el fenómeno de Pokémon Go.
Breen's Tabern
El establecimiento de María Pita es un ejemplo de cómo sacar rendimiento a las oportunidades. En este caso, haciendo que los clientes se queden con ganas de volver poniendo sus propios cebos pokémon. Y no solo por la comida. Y es que, curiosamente, el bar puede presumir de ser una pokeparada, algo que uno de sus miembros, Dani, ha sabido aprovechar. «Soy jugador habitual, y que seamos una parada pokémon es una oportunidad perfecta. Normalmente pongo yo mismo el cebo porque quiero atrapar alguno, aunque muchas veces ya no tengo ni que hacerlo, ya lo ponen los propios clientes» dice. Su situación es privilegiada, con el Ayuntamiento justo enfrente y con una clientela que, ahora, tiene más motivos para sentarse en la terraza a tomar algo. «A mí el juego me parece una revolución total, casi todo el mundo se lo ha descargado, aunque sea por el pique con los amigos», sentencia.
El bar de los jardines de Méndez Núñez está en el epicentro de la ciudad -se tienen reunido cientos de jugadores en el parque- y la que más cebos cuenta a su alrededor diariamente. «Esto a la tarde es un hervidero de esos pokemillos», comenta la encargada. Una de sus empleadas, Ángela, también es jugadora, aunque menos asidua de lo que le gustaría. «Juego poco, pero me aprovecho de los cebos que pone la gente en las pokeparadas cuando tengo un descanso», afirma. Explica también que con el Pokémon Go la gente tarda más tiempo en pedir por estar capturando a las criaturas. «Es gracioso, llegas a la mesa y te los encuentras intentando capturar alguno de los bichitos. Y no solo chavales, también mayores y matrimonios. Están tan concentrados que tardan más en pedirte la consumición», comenta.
Bonilla a la vista
El caso de la chocolatería es totalmente opuesto. La empresa encontró en la aplicación un método perfecto para anunciarse, a través de su cuenta de Twitter. El mensaje, claro y directo, señalaba la ubicación de dos pokeparadas alrededor de su local en la calle Real, ofreciéndose como «un lugar para reponer fuerzas». Los trabajadores, sin embargo, aseguran que no han notado ninguna diferencia con la llegada del juego. «Si te digo la verdad, ni me había enterado de que tuviésemos pokeparadas aquí al lado», comenta el más joven de los empleados mientras sigue atendiendo. «Sinceramente, aquí todo sigue igual que siempre, no lo hemos notado para nada», sentencia otro de los camareros.
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