Hygge (pronunciado 'juga') es el nuevo concepto de moda que nos viene de Dinamarca, superpotencia de la felicidad.
Esta forma de vivir tan danesa, que encuentra la felicidad en las pequeñas cosas, tiene en Copenhague su propio instituto.
Ana Montes, 21/01/2017
CHRIS MCANDREW |
Dice Meik Wiking, director del Instituto de la Felicidad, que los daneses con unos buenos calcetines de lana, unas velitas para dar ambiente, una chimenea y una señora tarta pueden ser felices en su oscuro y gélido clima y repartir felicidad en la intimidad a diestro y siniestro, algo que ya hacen asesorando a otros Gobiernos. Dinamarca es el país más feliz del mundo, está a la cabeza del ránking de la ONU sobre la felicidad mundial junto a otros nórdicos. Aunque les ayuda tener una situación económica y política sin sobresaltos, quieren compartir su peculiar estilo Hygge, repleto de pequeños detalles «cucos», diríamos, recogiendo sus claves en el libro Hygge (Ed. Cúpula). Para practicarlo y ser más felices, su manifiesto recomienda «apagar el móvil» y rendirse a los encantos de la calma, el bienestar, la calidez, lo hogareño, lo cercano y lo práctico como contrapunto al capitalismo y el consumismo.
-Forma parte de nuestra herencia y es una forma de estar y sentirse bien tanto organizando una cena como disfrutando de un chocolate caliente frente a la chimenea. Pero para los daneses, Hygge es una estrategia de supervivencia, una forma de sacar algo bueno en los meses de frío y oscuridad.
-¿Qué es lo que más impacta en nuestra felicidad?
-Hay tres categorías. Nacemos más o menos felices, pero luego influye la genética, la política y nuestros hábitos y comportamientos: en qué invertimos muestro tiempo para ser más o menos felices. Dicen que no vale de nada ser pesimista porque no funciona (bromea).
-¿Cómo se mide la felicidad?
-En el instituto, nos centramos en distintos aspectos para diagnosticar si la gente tiene una vida buena en conjunto, si está feliz, cuáles son sus objetivos. Para los daneses, una vida feliz es una vida llena de sentido. Les preguntamos cómo se sienten y seguimos a grupos un tiempo para ver cómo influyen los cambios en su vida cotidiana: si se casan, se separan, si cambian de trabajo…
-Si encontráis gente infeliz, ¿intervenís como la policía?
-(Risas) No damos consejos pero les ayudamos. Estamos entre el mundo académico y el político e intentamos convertir lo que encontramos en nuestras investigaciones académicas en políticas para crear una vida mejor.
-¿Cuáles son las iniciativas en marcha para crear felicidad?
-Son varias. Estamos trabajando con el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, uno de los países más ricos del mundo pero que quiere ser también uno de los países más felices del mundo, para que ponga en marcha una manera de medir la felicidad en su país. También hemos trabajado tres años con un sindicato para ayudarle a entender lo que genera felicidad en los empleados y hemos visto que encontrar sentido al trabajo ayuda a ser más felices.
-¿En Emiratos Árabes les falta felicidad porque tienen demasiado?
-Claro, allí la norma es tener un Bentley, así que se plantean por qué no tener dos.
-Así que el dinero es un obstáculo para ser feliz…
-Sí y no. El dinero importa pero también importa si no lo tienes. El dinero causa felicidad pero cuando ya tienes cierta cantidad no cambia tu forma de experimentar el mundo o sentir emociones. Además nos centramos mucho en lo que tienen los demás porque nos preocupa nuestra posición en la sociedad.
-El instituto recibe visitas de mandatarios que desean importar el Hygge. ¿Os ha visitado algún representante español?
-Nadie, pero sí hemos tenido periodistas.
-¿Y convendría visitaros para explorar alguna política sobre felicidad en España?
-Sí, pero también les aconsejaría visitar a la oenegé Transparencia Internacional, que trabaja la gobernanza para reducir la corrupción, ya que la estabilidad política y factores como la salud, la seguridad familiar y laboral aumentan la confianza de la gente y su felicidad.
-¿Qué cosas que nos han motivado para ser felices están empezando a perder fuerza?
-Estamos aprendiendo que ser una sociedad más rica no hace que la gente sea más feliz. Hemos alcanzado un pico de felicidad material. Un ejemplo paradigmático es Corea del Sur, que ha pasado de ser uno de los países más pobres a ser de los más ricos en solo dos generaciones. Pero siente que ha fallado al convertir la riqueza en bienestar, ya que tiene la segunda tasa de suicidio más alta del mundo, ejerce una presión brutal entre la generación más joven y trabajan 16 horas al día… Pero se han dado cuenta de que están haciendo las cosas mal y por eso es el país que más nos visita. Antes querían seguir a EE. UU. y ahora están mirando a los países nórdicos para rediseñarse porque todos tenemos buenos resultados en felicidad.
-¿Hygge es como abrir una ventanita nueva para airearnos del consumismo?
-Sí, es así. Lo que mejor funciona en las culturas nórdicas es que la riqueza y el estar bien están separados.
-El Hygge presta atención a la decoración y la armonía del hogar. ¿Coincide en cierta medida con el Feng Shui?
-El Feng Shui se basa en la organización de un espacio en términos de energía, como no sentarse de espaldas a la puerta. En el Hygge damos prioridad a crear un espacio agradable.
-De todos modos sí que coincide con muchas filosofías holísticas que están surgiendo en estos momentos. ¿Tiene el Hygge algo de espiritual?
-No para los daneses, porque no somos especialmente espirituales. No es una moda sino la manera en la que vivimos.
-En vuestro manifiesto, «apaga las luces» ocupa el primer lugar. Dices que los daneses huyen de los fluorescentes, como los vampiros del ajo.
-La calidad de la luz en Dinamarca es uno de nuestros iconos. Los daneses siempre buscan tener una luz con calidad y estable. Quizás nuestra obsesión por la luz es por no tenerla una gran parte del año. Queremos recobrar la calidad de las lámparas de petróleo combinándola con la estabilidad de la luz eléctrica. Pero nos sigue gustando llenar la casa de velas (risas).
-¿Qué papel ocupa la tecnología, en vuestro manifiesto en segundo lugar aparece «apaga el móvil»?
-La tecnología nos ayuda a relacionarnos en la distancia pero en las redes como Facebook recibes muchas noticias sobre cosas buenas que les pasan a los demás y son armas de distracción masiva. Desviamos nuestra atención demasiado y dejamos de vivir el presente. Tenemos aún que averiguar la mejor manera de ajustarnos a la tecnología y la mejor manera de utilizarla.
-También parte de vuestra felicidad es la debilidad por las tartas. ¿Preparas las tuyas?
-No, pero ayudo a mi novia, que es mejor repostera. Es parte de la cultura, todo se celebra con pasteles y también los llevamos a las reuniones de negocios. Cuando terminé de escribir el libro lo celebré con mi equipo yendo a comer tarta.
-Es importante la igualdad entre hombres y mujeres, y la importancia de la sociedad por encima del yo.
-No somos conscientes de que todos estamos mejor si vivimos en una sociedad igualitaria. Hay un malentendido en este sentido. Los que viven mejor creen que la igualdad es algo importante solo para los que viven peor. Pero con igualdad la sociedad también es más vivible para ese 10 % que más tiene.
-¿Dejarías Dinamarca para irte a vivir a un país con sol?
-Sí, rotundamente. Pero si me pudiera llevar el sol a Dinamarca sería mejor porque nuestro verano dura cuatro horas.
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