Los acantilados de Ortigueira no paran de sumar fans y posados a lomos de su famoso asiento. El paisaje es único, pero ¿es el mejor de Galicia? La rivalidad no se ha hecho esperar. Para gustos hay colores, y para amores, vecinos dispuestos a reivindicar sus mejores lugares con vistas.
Mila Méndez, Begoña R. Sotelino, Cándida Andaluz, Noelia Silvosa / La Voz, 28/01/2017
MILA MÉNDEZ / CÉSAR DOMÍNGUEZ / EMILIO J.CERVIÑO
El pique está servido. ¿Apuestas? Si oficialmente el mejor banco del mundo está en Loiba, porque así lo decidió el Ministerio de Industria, la candidatura de Noalla con su banco con vistas a las Ons no se ha hecho esperar. Hay quien dice que el mejor lugar del mundo para sentarse y mirar está en el sur. ¿Pero en Sanxenxo? Porque en la parroquia de Cedeira, en Redondela, Fran J. Peixoto puso su privilegiado asiento, inspirado por la impresión que le produjo otro.A Fran le gustan mucho las escapadas de fin de semana por Galicia y se ha encontrado «un montón de sitios chulos». Una vez, en los cañones del Sil, se fue a ver el Mirador do Rei, una pasarela acristalada que sale de la montaña. «Parece que estás encima. Me encantó y pensé en hacer algo en la montaña de la Rata, un sitio alucinante». Fran es carpintero y uno de los dos socios de la carpintería C&F en la parroquia de San Vicente de Trasmañó. «Le comenté a mi compañero qué le parecía si montaba un banco allí con unos retales y me dijo que estaba loco», recuerda. De todas formas, lo hizo. La gente de la zona ya conocía el paradisíaco enclave con vistas a la ría de Vigo, pero fue colocar la poltrona ante las vistas y la novedad corrió como la pólvora en redes sociales. «Antes del banco, para llegar había que atravesar un camino lleno de toxos y saltar de piedra en piedra. Ahora hay caminos por todas partes. Vas un domingo y es increíble el trasiego», cuenta. El rincón de Fran y sus vecinos ya no es suyo, pero están encantados de que se sepa y de compartir tal maravilla, aunque a veces hay disgustos, porque desde el año pasado se lo destrozaron dos veces. «Nos lo han reforzado con unos hierros bastante eficaces», valora. Para que aquello no se convierta en una romería, el enclave no está muy bien señalizado. «Uno de los alicientes es encontrarlo», asegura.
SANTI M. AMIL |
A muy pocos kilómetros del centro de la capital de Ourense está el parque de Montealegre, llamado a ser el gran botánico de la provincia. Desde esta colina se divisa toda la ciudad, cada barrio y monumento. Desde hace poco tiempo se han instalado bancos en lugares estratégicos del parque. Con el silencio que solo rompe el sonido lejano del tren o el paso de alguna ave, este rincón está pensado para el relax. Os castros de Trelle, A Valenzá, A Parada, A Carballeiro, Piñor, el río Barbaña, la catedral, San Francisco, el Seminario Mayor, el auditorio, la zona termal de A Chavasqueira, el Puente del Milenio, O Pino, A Rabaza, Os Chaos de Amoeiro y a Serra Martiñá están al alcance de la vista. Y el caminante puede elegir la zona dependiendo de la hora, de la luz o del lugar del parque donde se encuentre. Las vistas abarcan los elementos más representativos del casco urbano y de los montes que lo rodean. Si las vistas lejanas son increíbles no son menos las que están más cerca. Senderos acondicionados para recorrer el monte y zonas de plantaciones con especies únicas completan la visita. Y si la vista es espectacular de día, cuando empieza a anochecer se ve cómo se encienden las luces de la ciudad y da la sensación de estar sobre las estrellas.
CÉSAR DOMÍNGUEZ |
Para despedirse del Sol, hay un banco increíble que corona Punta Faxilda. Pesa más de 200 kilos y ve como el Sol se pone entre las Ons y Sálvora. Las vistas no pueden ser mejores. A la derecha también asoman las Cíes. El asiento está siendo toda una revolución. Un regalo sorpresa que dejó la Navidad. «Subimos a primeira foto ás redes en Noiteboa. Á mañá seguinte isto estaba cheo de xente», dice Fernando Martínez, el autor. Talló el banco con sus propias manos a partir de un árbol que le dio un vecino. «Quería facer algo polo pobo, ¿se en Loiba funciona por que non aquí?», pensó. Para trasladarlo no faltaron manos amigas. Las mismas que se encargan de acondicionar los caminos de acceso y velar porque el entorno esté limpio a pesar de tanta visita. El banco es ya un emblema. En el dorso está escrito, el nombre del pueblo: Noalla. «Creo que se fixo máis famoso nestes 15 días que en dez anos», bromea. Salvo los marineros, pocos se pasaban por el acantilado. «Somos moito máis que praias bonitas, o banco pareceunos unha forma de promocionar cabos incribles como este», explica Fernando. Hace unos días apareció tirado, «cousa dalgún vándalo». Tardaron menos de un día en repararlo y tienen otro listo para colocar cerca de la ermita, en la «Illa do médico». ¿Pique con Loiba? «Para nada, pero este é o mellor, ¡é o noso!».
CARMELA QUEIJEIRO |
Si hay alguien que defiende su banco, ese es Antón. En la foto (con capucha) posa con los hermanos Héctor y Dani Alba y con el DJ Antonio Cayón, sus compañeros de grupo de hip-hop. «Se llama 8 Ferrados, es una coña por 8 Millas», asegura. Y claro, como buenos raperos, al banco van a rapear. «Cuando vi la primera noticia de los bancos pensé que esto se estaba quedando en algo superficial, porque lo del paisaje es algo que solo compartes con una o dos personas. Nuestro banco significa algo más», asegura Antón, que dice que tanto él como sus colegas lo entienden «como algo artístico. Lo importante es lo que creamos. No somos impresionistas para darle tanta importancia al matiz, a la luz, a los colores... Para nosotros no es importante solo el paisaje, que es efímero. Lo que importa son los versos que salen de ahí».
Y es que ellos se encuentran en él con otros amantes del hip-hop que van allí a deslizar sus versos, convirtiendo a esta instalación del paseo de Touro en un punto de encuentro. Pero no solo van raperos. Son muchos los que disfrutan del banco de O Touro, en Ribeira, que está casi a pie de arena y se abre a la ría de Arousa. Claro que Antón lo lleva en la sangre. «Vivo al lado, así que empezamos a ir allí desde pequeños».
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