Adriana Rey, Patricia Baelo / COLPISA, 27/01/2017
SENÉN ROUCO
Son las 23:57:30 horas. El mundo está a dos minutos y medio de la destrucción total y uno de los culpables tiene nombre y apellidos: Donald Trump.
Así lo sostienen los editores del Bulletin of Atomic Scientists, la famosa revista de los científicos atómicos de la Universidad de Chicago, que un año más ha puesto en marcha el «Doomsday Clock» [Reloj del Apocalipsis]. Se trata de un reloj simbólico diseñado para representar la gravedad de una amenaza nuclear. El «juicio final» serían las doce de la noche y todo lo que suponga aproximarse a esa hora simboliza lo cerca que el mundo se encuentra de ese momento.
El reloj comenzó a funcionar en 1947 de la mano de un grupo de físicos que trabajaban en el Proyecto Manhattan. Ahora, setenta años después y tras veinticinco actualizaciones, el reloj se ha adelantado por primera vez treinta segundos, acercándose al peor nivel registrado de 1953, cuando EE.UU.comenzó a desarrollar la bomba de hidrógeno. En aquel momento, el mundo estuvo a solo dos minutos del fin.
AYERRA |
¿Qué ha ocurrido exactamente para que ahora la comunidad científica dé la voz de alarma? La respuesta es clara: el resurgimiento del nacionalismo en la política mundial y la ascensión al poder de Trump como presidente de EE.UU., así como sus arriesgadas políticas en cuestiones climáticas y nucleares. Todo ello, junto con su retórica agresiva, ha conseguido resquebrajar «la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas, que deben hacer frente a las grandes amenazas».
El pasado año 2016 este grupo de científicos ya habían adelantado tres minutos el reloj, por «la falta de actuación política en la reducción de armas nucleares», pero ahora, sin pelos en la lengua, aseguran que el peligro de una catástrofe global es aún mayor «y la necesidad de hacer algo es más urgente». «Los líderes de EE.UU. y Rusia (que poseen de forma conjunta el 90 % del armamento nuclear) deben unirse para reducir las armas nucleares», urgió ayer el físico Maxwell Krauss.
Además de las amenazas tradicionales, los científicos (entre los que figuran quince Premios Nobel) están inquietos por el surgimiento de otras nuevas. «Las fuentes de información fiables son cuestionadas y atacadas, las noticias falsas brotan como la espuma y las palabras se utilizan de forma irresponsable y a veces temeraria», denunciaron en clara alusión a Trump. Su cuota de responsabilidad en este proyecto marca de nuevo un hito sin precedentes. «Nunca antes habíamos adelantado el reloj por las declaraciones de una sola persona, pero cuando esa persona es el presidente de EE.UU., sus palabras importan», sentenciaron los científicos Lawrence Krauss y David Titley.
China plantea a Alemania salvar juntas el orden mundial
A grandes males, grandes remedios. Es lo que debió pensar el primer ministro chino, Li Keqiang, cuando dos días después de que Donald Trump firmara su salida del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), llamó por teléfono a la canciller alemana, su principal socio comercial dentro de la Unión Europea, para proponerle formar una alianza estabilizadora contra el proteccionismo del presidente estadounidense. «China y Alemania deben fortalecer la cooperación a través del comercio y la liberalización de la inversión», con el fin de «salvaguardar conjuntamente el sistema y el orden internacional existente», defendió Keqiang, según informaba ayer el ministerio chino de Asuntos Exteriores.
Por primera vez ambos países sienten que tienen un rival común y por primera vez lo saben. De ahí la prisa del gigante asiático y la locomotora europea por forzar un acercamiento que responde exclusivamente a intereses económicos. La semana pasada, el presidente chino Xi Jinping inauguró el Foro de Davos con un alegato a favor del libre comercio y la globalización, aspectos que han beneficiado mucho a las dos potencias exportadores.
En la misma línea, y apenas unas horas después de que Trump aprobara el muro con México, el primer ministro chino publicaba un editorial en Bloomberg para expresar el compromiso de China con el comercio multilateral. «Es preferible para los países que comercien productos y servicios y se asocien mediante inversión, en vez de intercambiar insultos y construir barreras», reza el artículo de Keqiang, quien también mostró su confianza en que el Viejo Continente «mantenga su estabilidad y prosperidad» a pesar del brexit.
La jefa del Gobierno alemán es consciente de que, tras el aislamiento en el que está cayendo Estados Unidos, China va a desempeñar un papel cada vez más importante en el escenario económico mundial y tiene ya la vista puesta en Pekín. Angela Merkel quiere que el gigante asiático y la UE cierren «rápido» y «con éxito» el acuerdo bilateral de inversiones del 2012. Así lo explicó su portavoz, Steffen Seibert, quien avanzó que la dama de hierro y su homólogo chino se reunirán la semana que viene en la capital alemana para intentar dar un nuevo impulso a las negociaciones.
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