Carmo López / LA VOZ, 21/01/2017
Cuando los primeros brotes de hierba sobresalían sobre la nieve en las tierras del norte, los habitantes de las actuales Noruega, Suecia y Dinamarca cogían sus drakkars [embarcaciones] para «ir de vikin». Era una especie de viaje de verano cuyo principal objetivo era descubrir nuevos pueblos a los que saquear y, de paso, aprovechar para hacer algún secuestro por el que pedir un buen rescate o ponerse a la orden como mercenarios de algún noble que precisaba defensa.
Navegando así durante tres siglos, aquellos rudos vikingos acabaron arribando a las costas de Galicia. Les atraían los tesoros que los cristianos habían ido reuniendo en esta parte de Europa. Entre aquellos terribles expedicionarios, pocos años después de que el rey Olaf arrasara Tui, viajó, en la segunda década del segundo milenio después de Cristo, el noble Ulf, al que la historia acabó apodando el Gallego. Cerca de mil años después de su muerte, el arqueólogo danés Bjarne Henning Nielsen, conservador del museo Vesthimmerlands, en Jutlandia (norte de Dinamarca), dice haber hallado la que, con toda probabilidad, puede ser su tumba. Los huesos del aguerrido Ulf, que tantas batallas lideró en el noroeste peninsular, parece que acabaron en el linde de una carretera en el norte del país del que su bisnieto, Valdemar, el Grande, llegó a ser rey entre 1157 y 1182. La tierra pudo ser una parcela de su propiedad que fue pasando de generación en generación hasta que la dinastía quedó eclipsada por la llegada del cristianismo a las tierras altas.
Dicho hallazgo lo publicó ayer la revista National Geographic, aunque los periódicos locales habían dado cuenta ya hace unos días de un hallazgo que todavía no está verificado al 100 %.
¿Serán realmente los huesos de Ulf los que descansan en una tumba que fue descubierta por primera vez en 1951, cuando se hizo la carretera? El historiador de la Universidade de Santiago, experto en historia medieval y estudioso de la presencia vikinga en Galicia José Carlos Sánchez indica que el hallazgo «podría ser» verídico, aunque el propio autor no cuenta con todas las certezas. «Sé que todo esto es muy complicado, pero creo que tengo razón», insiste en las páginas del National Geographic.
Restos hallados
De todas formas, todo lo que acompaña a los vestigios hallados hace pensar que es el temido Ulf. Porque además de los restos de un hombre, el arqueólogo encontró en la misma caja de madera una espada, estribos, huesos que pertenecen a las patas delanteras de un pequeño lechón, una espada fragmentada con un trozo de vaina y una inscripción con fecha posterior al año 1000. La cámara funeraria, como dice la revista, pudo haber quedado soterrada bajo una capilla posterior.
El yacimiento arqueológico está delimitado ahora con unas piedras que señalan el lugar exacto en el que quedó soterrada la tumba. Al lado de una cuneta.
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